Mentiras completas y verdades a medias



jueves, 30 de abril de 2009

1969. Presentación

Ayer tarde, en la librería ABAC de la calle Alcalá, ejercí de presentador de 1969, la última novela de Jerónimo Tristante. Como ya he tenido ocasión de comentar en este blog, un libro absolutamente recomendable que hará las delicias de cualquier lector, sea aficionado al género negro o no. El acto resultó tremendamente divertido y contó con la siempre grata presencia de un gran número de amigos entre los que se encontraban muchos de los participantes del foro literario Abrete Libro, Eduardo Melón o Javier Puebla. Conversamos, bebimos como cosacos y nos reímos lo indecible. Para muestra, unos cuantos botones (lo del Licor 43 tiene su coña relacionada con un aspecto de la novela).

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miércoles, 29 de abril de 2009

La persistencia de la memoria

Hacía años que no sabía de ella. Ni la más mínima pista. Los jirones de mi memoria habían perdido todo rastro de su reminiscencia, toda certeza de haber estado instalada alguna vez entre sus recovecos. Y hoy, casualmente, he vuelto a escucharla. Y he vuelto a estremecerme con la misma intensidad con la que lo hice la primera que la escuche, 25 años atrás. Otro tono, otro ritmo, otra voz. Pero el mismo sentimiento de encontrarse frente a algo grande. Algo muy grande.

Es lo que tienen las obras maestras. Y los genios.

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sábado, 25 de abril de 2009

Reseña de la antología La lista negra en El Cultural

"...Excelente como relato, y además bien escrito, aunque algo premioso, es el cuento “Las hojas secas”, de Domingo Villar, que explota adecuadamente, además, la condición casi inexcusable de la sorpresa final. Y lo mismo puede afirmarse de “Mala suerte”, de Pedro de Paz..."

(Ricardo Senabre, El Cultural, 24/04/2009)

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viernes, 24 de abril de 2009

Día del Libro

Ayer, Día del Libro, un servidor estuvo en Málaga firmando ejemplares de El documento Saldaña y charlando con lectores. A pesar de ser un día laborable, el acto tuvo un cierto éxito, lo pasé estupendamente —algo que se está convirtiendo en tónica general cada vez que visito Málaga— y estuve exquisitamente acompañado. De ello dan fe las siguientes imágenes, particularmente la última.


Como digo, el día transcurrió de maravilla, oigan. Pero terminado el evento, el que suscribe fue secuestrado con malas artes por elementos subversivos del feroz grupo revolucionario Mejor con un libro y obligado por la fuerza a participar en una maraton de tapeo y cerveza por el centro de Málaga. Conservo cierta consciencia difusa de haber llegado hasta la cocktelería donde tomamos el Margarita. Lo siguiente que recuerdo es haberme despertado esta mañana en la habitación de mi hotel. Afortunadamente, solo.

Desde aquí mi más sincero agradecimiento a JR Gálvez, presidente de la asociación Mejor con un Libro, a Cristina, a Diego Campos, delegado comercial de Planeta en Málaga y a José María Oliva, responsable de libros del Corte Inglés del centro Bahía Málaga por su cordialidad y por el excelente trato dispensado. Y, obviamente, a los amigos y lectores que se pasaron por la sesión de firmas.

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miércoles, 22 de abril de 2009

Firma de ejemplares de El documento Saldaña

Mañana, día 23 de abril, con ocasión del Día del libro, estaré firmando ejemplares en Málaga, en la librería de El Corte Inglés del Centro Comercial Bahía Málaga (Ctra. de Cártama, km. 2), entre las 19:00 y las 21:00. Lamento comunicarlo con tan poca antelación, pero el asunto no se ha confirmado por completo hasta hace muy poco.

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martes, 21 de abril de 2009

Lo ha vuelto a hacer

El muy cabrón lo ha vuelto a hacer. Ya consiguió atraparme hasta las trancas —como ferviente admirador de Holmes no podía ser de otra manera— con su extraordinaria saga Víctor Ros (El misterio de la casa Aranda y El caso de la viuda negra), dejarme sin aliento en el frente ruso siguiendo las desventuras de un espía enrolado en la división azul (El rojo en el azul) y sumergirme en la Edad Media siguiendo la estela de un caballero templario (El tesoro de los nazareos), Y ahora lo ha vuelto a hacer con 1969, su última y probablemente mejor novela hasta la fecha. Me ha vuelto a atrapar haciéndome seguir los pasos de Alsina, un viejo policía desencantado y pasado de vueltas que durante los últimos años del franquismo se topa casi por casualidad con un caso en el que, tras la aparentemente anodina muerte de una mujer, se oculta un oscuro y excepcional secreto. Un secreto que puede tambalear los cimientos de la sociedad.

Me estoy refiriendo a Jerónimo Tristante.

Me cae bien el fulano. Es un tipo que ha sido capaz de ganarse mi respeto como escritor y mi admiración como persona. O viceversa. No sólo porque, como él dice, compartamos una visión común de la literatura y, sobre todo, del mundo, sino porque, además de magnífico escritor, es buena gente y esa es una cualidad muy difícil de hallar hoy en día. A lo que vamos. Que el hermano Jero me ha hecho el honor de invitarme a oficiar como co-presentador (junto a otro de los grandes —en el sentido más literal del término—, David G. Panadero) de 1969 por lo que, además de recomendársela fervientemente, les emplazo a asistir al acto de presentación el próximo día 28 de abril, a las 20:00, en la librería ABAC de Madrid (C/ Alcalá, 109) y a hacerse inmediatamente con un ejemplar. Háganme caso. Les aseguro que no se arrepentirán.

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domingo, 19 de abril de 2009

Viejas sensaciones casi olvidadas

Madrugada. Acabo de poner punto final al borrador definitivo de mi última novela. Ahora ya sólo queda por delante la tediosa tarea de revisar, repasar, corregir y pulir. Un par de meses a lo sumo. Y en estos momentos, sólo, en el silencio de mi despacho, mientras brindo con whisky por el destino de la nueva criatura, no puedo evitar que, de entre el humo que flota en el aire, broten viejas sensaciones casi olvidadas. La satisfacción que supone concluir una travesía plagada de tormentas y calmas que ha durado casi dos años. El vacío interior sentido tras vomitar sobre el papel la historia que se ha llevado dentro durante todo ese tiempo. La despedida de esos personajes que, a fuerza de convivir contigo, terminas por considerar íntimos amigos. El amargo desencanto que produce pensar que el resultado final siempre podía haber sido mejor. El miedo, repetitivo y casi perenne, a la incertidumbre de que lo sudado, lo sufrido y lo gozado durante ese periodo de tu vida realmente no interese a nadie. Y la ilusión de suponer exactamente lo contrario.

Fuera, en la calle, siento la lluvia repiquetear sobre los tejados mientras empapa las calles desiertas. Evocador epílogo para un momento como éste. Estrello el cigarrillo en el cenicero, apuro el último sorbo de whisky y apago la luz del despacho. Todo queda a oscuras. Cae el telón. Mañana será otro día. Otra jornada en la que poder dar el pistoletazo de salida en pos de una nueva historia, de otro enfoque, de otros personajes, de otras nuevas vidas por escribir. Una vuelta al comienzo.

Una nueva forma de revivir viejas sensaciones casi olvidadas.

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sábado, 18 de abril de 2009

Presentación Premio Azorín 2009. La crónica

Madrid, 16 de abril de 2009. Hotel Intercontinental. 14:00. Se celebró la presentación de la novela ganadora del premio Azorín 2009 —de cuyo fallo ya dimos cumplida cuenta en este blog—, El arte de perder de la escritora Lola Beccaría. Amadrinaba el acto la encantadora Ana García Siñeriz a quien me alegró volver a saludar. La velada, agradable. Muy agradable, a qué negarlo. Me tocó compartir mesa y mantel, entre otros, con la dicharachera Carmen Ramírez, de Planeta, con Adolfo García Ortega, con la siempre agradable Ángela Vallvey, con Marta Sanz... A mi derecha, el enorme —en múltiples sentidos— Jorge Díaz y a mi izquierda, Espido Freire, liberada de su sempiterna melena en un sorprendente y muy favorecedor cambio de look. A la izquierda de Espido, Lucía Etxebarría. La comida, buena, y la conversación, jovial y bastante grata. El acto, interesante dentro de la tónica general de este tipo de eventos. Bastante emotivo. A Lola Beccaría se le escaparon un par de lágrimas al hablar de su novela y de las circunstancias que influyeron en su concepción y contó un par de anécdotas bastante graciosas.

Ahora lo que toca es leer el libro que dicen que es bastante bueno.

Ahí van unas fotos del evento


Acabada la presentación, Jorge y yo terminamos enredados hablando de literatura, libros y textos propios y ajenos. ¿Dónde? En efecto, en la barra del bar del hotel. ¿Dónde si no? Estupendo tipo, Jorge —¿Lo había dicho ya?—, y excepcional narrador. Sus números del elefante es una excelente novela que permanecerá vigente durante mucho tiempo, no me cabe la menor duda. Tanto nos enredamos hablando de lo divino y lo humano que nos dieron las siete de la tarde. Jorge tenía esa noche una cita con unos amigos con los que suele quedar a menudo para cenar y echar unas risas y me invitó a acompañarles. Acertada decisión la de aceptar. Tuve la ocasión de conocer al periodista Ramón Ongil, a Marina, a Iraida —espero haberlo escrito bien—, a Manu... También estaba por allí Ana D'Atri, mi editora, y tuve la siempre grata oportunidad de saludar a mi estimado Antonio Gómez Rufo al que hacía tiempo que no veía. Toda una maravillosa pandilla del golfos y cierrabares. Me lo pasé de miedo y me reí lo indecible. Tanto que seguramente repita en alguna de esas cenas ocasionales.

Al fin y al cabo, para algo tenía que servir la literatura, ¿no?.

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viernes, 17 de abril de 2009

Thanks, God. It's friday

Vídeo de esos simpaticotes que te arrancan una sonrisa bobalicona un día cualquiera y te alegran la mañana.

La historia detrás del vídeo, aún siendo una tontería, no deja de tener su gracia.

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A vueltas con el talento

No me gusta la canción y no siento el menor interés por su interprete. Eso sí, no me canso de ver el videoclip, un derroche de originalidad y buen hacer.

Enjoy!

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lunes, 13 de abril de 2009

Recusaciones

Que González Sinde no sea la persona más adecuada para ostentar el cargo que le ha sido asignado no lo discuto. Por muchos motivos. Que uno de ellos sea su pública y manifiesta animadversión hacia las descargas incontroladas —note el lector que empleo el término «incontroladas» sin entrar en cuestiones acerca de su legalidad o, más bien, legitimidad— de contenidos en Internet es harina de otro costal. De un costal amoral que ni valora ni respeta el fruto del esfuerzo ajeno.

Quizá acudan voces acusándome de indocumentado tecnológico, de no tener ni idea de lo que hablo, de no tener consciencia ni entidad de lo que supone la Red. Pero antes de que muchos de los adalides de lo que se esconde tras ese espurio postulado que supone «la libre circulación de la cultura» supieran lo que era un MODEM, yo ponía de mi bolsillo el dinero y los medios para que la gente se comunicase libremente ejerciendo de backbone en una red de mensajería electrónica y lo hacía de forma altruista, por el mero placer de defender una idea en la que creía (Fidonet 2:341/52 para los curiosos). Yo he sido el cauce a través del que fluía información en varias redes telemáticas cuando en este país el acceso masivo a Internet era tan sólo una quimera. Yo he navegado con Mosaic y accedido a Compuserve como único camino para jugar en las ligas mayores de la información. Yo me he conectado a Internet a través de Trumpet Winsock.

Yo he plantado la semilla de esa sociedad de la información mucho antes, mucho más y con mucha más conciencia de lo que algunos pelagatos a los que se les llena la boca de socialización cultural lo harán durante el resto de su vida.

Y pudo asegurar que no resulta agradable contemplar como determinadas personas prostituyen y bastardean el noble concepto en el que yo empleé nueve años de mi vida.

Que no me vengan con hostias.

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martes, 7 de abril de 2009

Talento. Sólo se necesita eso

Encontré un vídeo suyo por pura casualidad navegando por Youtube, ese ignoto cajón de sastre en el que uno suele encontrar lo que busca y lo que no. Y me bastó una única audición para reconocer el talento innato y la calidez que emana de sus letras, de su dulce voz y de sus canciones. Se llama Lelia Broussard y juega a comerse el mundo a bocados al tiempo que interpreta su música con un estilo mimoso y desenfadado, plagado de simpáticos mohines —aunque en ocasiones algo histriónicos, la verdad— y cuyas melodías recuerdan en cierta medida a la primera Suzanne Vega o a la Alanis Morissette más acústica. Y con una calidad, sin duda alguna, a la altura de ambas.

Enjoy it!



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domingo, 5 de abril de 2009

La importancia de las cosas

Ayer noche hubo fiestuki en el Hotel Kafka. Marta Rivera de la Cruz celebraba la segunda edición de su muy recomendable novela La importancia de las cosas y los amigos no quisimos perdernos tamaño acontecimiento, compartiendo con ella lo grato del momento. En el popular centro cultural que tan hábilmente dirige el entrañable Edu Vilas se dio cita lo más granado, la creme de la creme de la escena literaria madrileña. Es decir, lo más golfo y cierrabares de cada casa. Por allí anduvo David Torres acompañado del simpático y locuaz Álvaro, la editora Puri Plaza, el escritor y guionista Jorge Díaz, autor de la fascinante novela Los números del elefante —se la recomiendo encarecidamente—. Tampoco faltaron Fernando Marías, Vanessa Monfort y otros muchos —más de los que tuve ocasión de saludar— habituales de estos saraos.

y por supuesto, no faltó el más crápula de todos: un servidor de ustedes.

Para muestra, un botón.


Enhorabuena, Marta, por esa más que merecida segunda edición. Nos vemos en la fiesta de la tercera.

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jueves, 2 de abril de 2009

Sinceridad

Hay ciertas expresiones que, puestas en boca de los demás, suelen producirme el peculiar efecto de revolverme las tripas. Particularmente por el metódico perfil de la gente que, con harta frecuencia, suele emplearlas. Una de ellas es el continuo empleo en término incierto —«Eso es incierto»— para indicar que algo es falso (a ver si nos enteramos de una vez, so memos: aunque sea gramaticalmente correcto y esté aceptado por esa casa de lenocinio que es la RAE, la acepción tradicional de incierto indica una ausencia de certeza o certidumbre —«El futuro es incierto», «El tiempo que hará mañana es incierto»—, no ausencia de autenticidad o de verdad. Una afirmación puede ser autentica y, a su vez, incierta. Cualquier otra cosa es esnobismo puro y duro). Pero hay otra que se lleva la palma. Que me molesta más. Bastante más. Mucho más.

«Yo es que soy muy sincero».

Pérez Reverte lo definía de una forma bastante precisa: «no hay peor cosa, ni más peligrosa, que un imbécil cargado de aparentes buenas intenciones». Cuando oigo la expresión antes mencionada no puedo por menos que echarme a temblar: acabo de encontrarme con un gilipollas de los de raza y pedigrí. Ayer tuve la desgracia de tropezarme con uno de estos especímenes. A este tipo de gente, además de albergar la costumbre de ensalzar valores de su carácter que tan sólo él suele reconocer, les encanta jugar al equívoco juego de intentar trocar ante tus ojos el defecto en virtud, queriendo, en este caso, hacer pasar por honestidad una aparente sinceridad cuando, en muchas ocasiones, demasiadas, esas espontaneas manifestaciones no conllevan más ingredientes que unas grandes dosis de descortesía y mala leche. Cuando no de envidia pura y dura. «Tienes la nariz torcida», «tu hijo tiene las orejas grandes», «tu actitud resulta inapropiada», «has cogido unos kilos de más», «tu marido/hijo/madre/padre/hermano/sobrino es poco agraciado», «tu coche es una mierda», «¿Y sigues trabajando allí por ese sueldo de miseria?»... Y lo peor de todo, lo que más me saca de quicio, es esa exasperante capacidad para meterse en todo asunto que les sea menester y al que no han sido llamados ni invitados, enarbolando como justificación y patente de corso esa beatífica sinceridad de la que tanto presumen. «Yo es que tengo que decírtelo porque soy muy sincero. Yo soy así». Bueno, pues perdóname, bonita. Puestos a ello, vamos a jugar todos al mismo juego:

Me cago en todos tus muertos. Cuando hables conmigo, puedes meterte tu opinión y tu sinceridad por donde te quepan. La mayoría de los que sufren la desgracia de tener que conversar contigo, antes que apreciar tu farisea sinceridad, preferirían disfrutar de tu cortesía y tu educación, si acaso supieras lo que eso significa. Y si quieres hacer de paladín de verdades que nadie te he pedido que enuncies ni pronuncies te vas a tu puto pueblo. ¿Me has oído, so payaso?

Discúlpenme si he resultado demasiado sincero. Yo es que soy así.

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miércoles, 1 de abril de 2009

La lista negra - Reseña

Da gusto encontrarse con críticas literarias en las que su autor ha leído con atención lo que comenta —y no me gusta señalar a nadie—. Rara avis. Hoy he encontrado una sesuda y reflexiva reseña de Joseph B. MacGregor sobre la antología La lista negra.

Para leerla, pinchar aquí.

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