Microrrelato
Perdónalo señor…
Su ancestral enemistad les había llevado a enfrentarse en aquella locura perversa. Ruleta rusa non stop. Reglas extremas. Una única bala agazapada en el tambor de un revólver y una sucesión de rondas alternativas hasta dar con ella. Seis disparos máximo. Sólo uno de los dos contendientes saldría de allí con vida.
Tras el quinto intento, su adversario depositó el arma sobre la mesa al tiempo que esbozaba en sus labios una sonrisa triunfal. Jaque mate. El siguiente disparo sería el definitivo. Resultaba evidente quién había resultado vencedor. Con gesto desconcertado tomó el revólver, lo sostuvo entre las manos y lo observó como si aún no fuese capaz de creer lo que el Destino acababa de poner en ellas.
Para sorpresa de los presentes, alzó el revólver, apuntó hacia la cabeza de su contrincante y disparó.
La suerte había estado de su lado. En aquellas circunstancias resultaba imposible fallar.
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