Los hijos de la grandísima... Bretaña
Hace unos días el Financial Times rescató en una de sus páginas una especie de chascarrillo que corría de boca en boca desde hacía años para referirse a los países de Portugal, Italia, Grecia y España: PIGS, ingenioso acrónimo formado por las iniciales de cada uno de ellos y cuyo significado creo que resulta evidente para cualquiera con unas mínimas nociones de inglés. Y realmente no es el término aparentemente peyorativo lo que ofende sino el desprecio y la soberbia ancestral de quien lo enuncia. Porque la mención surgía a raíz de un análisis sobre las dificultades económicas por las que atraviesan los mercados de dichos países en un ominoso ejercicio de ver la paja en el ojo ajeno y omitir la viga en el suyo, Le dijo la sartén al cazo... Puestos a hacer alusiones, podrían señalar que su sector bancario pasa por el peor momento desde hace décadas —me acuerdo de Northern Rock y me entra la risa floja—, su inflación iguala la de los países por ellos mencionados, su crisis inmobiliaria no tiene nada que envidiar a la más desastrosa hecatombe y su tasa de ahorro familiar es la más baja desde hace un siglo, cuestiones todas que, al parecer, les hacen hozar en el barro como lo que ellos sí son. En cualquier caso, siempre hay contrapartida. Mientras ellos nos mientan al cerdo, nosotros podríamos mentarles a la madre del puerco, es decir, a la suya. Pero no merece la pena.