Pasado,...
«...Cortés llegó a casa en torno a las diez de la noche. Como solía ser habitual, el único que salió a recibirle fue Durruti, aquel gato viejo y cabrón que se empeñaba en campar por la casa como si fuesen sus dominios y que le destrozaba el tapizado del sofá cada dos por tres. Durruti había sido su única compañía desde que Gloria lo abandonara. No es que Cortés le tuviese especial aprecio —ni el gato a él tampoco, todo hay que decirlo—, simplemente se habían acostumbrado a soportarse mutuamente desde que Cortés lo encontrara, solo y magullado, en el portal de su casa. A Cortés la presencia del gato le servía de revulsivo, le ayudaba a creer que no todo en su vida era una mierda. Le ayudaba a pensar que, aunque sólo fuese por puro interés, al final del día había alguien al que sí le importaba que volviese a casa sano y salvo. Por su parte, Durruti había encontrado un lugar confortable donde vivir y tener la comida asegurada sin la obligación de salir a la calle a pelearla día a día con gatos más jóvenes. En el fondo, y cada uno a su manera, los dos habían salido ganando...» (El documento Saldaña)
Etiquetas: Amigos, El documento Saldaña, Lectores, Libros, Miguel Cortés
2 comentarios:
Magnífica observación de los motivos internos e intercambios que se hacen para negociar la convivencia.
Yo, como Durruti también quiero que llegues sano y salvo...
Espero de nuevo a Cortés con mucha ilusión.
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio