Pecata minuta
Se llama Laura Seara y en la actualidad ocupa el puesto de directora del Instituto de la Mujer. Pero antes de tal circunstancia desempeñaba el cargo de diputada regional del Parlamento Gallego y desde ese puesto, durante el desempeño de sus funciones, pasaba al cobro las dietas por kilometraje que cubrían el coste de desplazamiento desde su domicilio en Orense hasta la sede del parlamento «levantándose» por ese concepto una cantidad en torno a los 30.000 euros anuales (muy por encima de la remuneración media de cualquier trabajador de este país. Ojo. Solo en concepto de dietas complementarias, sueldo aparte). El hecho de que la susodicha careciese de carnet de conducir y vehículo propio es pecata minuta. A lo largo de nuestra vida laboral muchos hemos cobrado por un concepto legítimamente estipulado, hayamos hecho uso de él o no. Y el que diga lo contrario, miente. ¿Quién, en su trabajo, no se ha desplazado hasta un cliente durante toda la jornada laboral, la empresa le ha abonado el importe de la comida y luego, por circunstancias del momento o porque la ocasión así lo ha requerido, se ha comido tan sólo un bocadillo —o no ha comido—? ¿Quién no ha reclamado legítimamente el kilometraje por verse obligado a desplazarse a otra ciudad por motivos de trabajo y luego ese día ha decidido dejar su coche en la puerta de casa y realizar el trayecto en tren o en transporte público abonando el billete de su bolsillo? Lo dicho: poco que objetar. Pecata minuta.
Lo que auténticamente raya la desvergüenza más abyecta es que, durante el tiempo que estuvo pasando al cobro esas dietas, la señora Seara tenía a su disposición un vehículo oficial con chofer con cargo a la Xunta de Galicia que la llevaba y la traía a su domicilio. Y a pesar de esa circunstancia, la antigua diputada reclamaba religiosamente los importes por kilometraje con el fin de resarcir el aparente gasto que le suponía dicho desplazamiento. Cobraba dos veces —por pasiva y por activa— por el mismo concepto y no una cifra nimia, marginal o despreciable: un sobresueldo extraordinario que excedía con creces los magros emolumentos netos de muchos trabajadores de este país. Sueldo del cargo aparte. Pero tampoco hay porqué preocuparse demasiado por ello. Ya sabemos lo que ocurre con estas cosas. El dinero público, que «no es de nadie»…
Pero la pérfida prensa de este país ha decidido sacar a la luz la peculiar circunstancia y ya me imagino a los voceros —y voceras— habituales cerrando filas. «Discriminación por ser mujer», «miedo del macho que ve amenazado su estatus y territorio», «sociedad llena de tabúes y prejuicios»… En su momento ya intentaron la misma jugada con nuestra Maleni «antes partía que doblá» de España con el fin de tratar de ocultar y diluir su indigencia profesional: echarle la culpa al recalcitrante contubernio machista. Pero esto no es machismo, no se confundan. Ya decía hace años el gran periodista Santiago Amón que, «en España no cabe un tonto más. Si entra otro, nos caemos al agua». Yo me atrevería a añadir que «ni un sinvergüenza tampoco. Del sexo que sea. Hace tiempo que debimos colgar el cartel de “completo”».
Madre de Dios. Qué país. Y qué paisanaje.
Lo que auténticamente raya la desvergüenza más abyecta es que, durante el tiempo que estuvo pasando al cobro esas dietas, la señora Seara tenía a su disposición un vehículo oficial con chofer con cargo a la Xunta de Galicia que la llevaba y la traía a su domicilio. Y a pesar de esa circunstancia, la antigua diputada reclamaba religiosamente los importes por kilometraje con el fin de resarcir el aparente gasto que le suponía dicho desplazamiento. Cobraba dos veces —por pasiva y por activa— por el mismo concepto y no una cifra nimia, marginal o despreciable: un sobresueldo extraordinario que excedía con creces los magros emolumentos netos de muchos trabajadores de este país. Sueldo del cargo aparte. Pero tampoco hay porqué preocuparse demasiado por ello. Ya sabemos lo que ocurre con estas cosas. El dinero público, que «no es de nadie»…
Pero la pérfida prensa de este país ha decidido sacar a la luz la peculiar circunstancia y ya me imagino a los voceros —y voceras— habituales cerrando filas. «Discriminación por ser mujer», «miedo del macho que ve amenazado su estatus y territorio», «sociedad llena de tabúes y prejuicios»… En su momento ya intentaron la misma jugada con nuestra Maleni «antes partía que doblá» de España con el fin de tratar de ocultar y diluir su indigencia profesional: echarle la culpa al recalcitrante contubernio machista. Pero esto no es machismo, no se confundan. Ya decía hace años el gran periodista Santiago Amón que, «en España no cabe un tonto más. Si entra otro, nos caemos al agua». Yo me atrevería a añadir que «ni un sinvergüenza tampoco. Del sexo que sea. Hace tiempo que debimos colgar el cartel de “completo”».
Madre de Dios. Qué país. Y qué paisanaje.
Etiquetas: Caradura, miserables, Políticos y gente de mal vivir
4 comentarios:
La que desfondó la Cruz Roja y la que meti´ço mano en el BOE años ha, sendas- que diría JaviMari- son de sexo femenino. Vaya, que la tradición de chorizas socialistas no es nueva, si acaso la feminización del embutido por mor del Ministerio de Igualdad.
La semana pasada se dio otro caso en Galicia. Esta vez se trataba de un hombre, un diputado del PP, que inmediatamente declaró su firme voluntad de reintegrar los 24.000 euros de kilometraje cobrados de modo indebido. Por supuesto, según declaraciones de correligionarios, lo hizo sin ánimo de lucro; quizás debido a un error o al deseo de no tocarle los huevos al chofer, quien sabe. Y es que cuando de pasta se trata, la igualdad se extiende por doquier; todos unos sinvergüenzas.
Pero para ser iguales, iguales por entero, yo quiero que hagan un plano de la p... No vaya a ser que no la conozca.
Lo simpático del asunto es que no todo el mundo cobra en las administraciones (al menos no en todas) el mismo kilometraje ni las mismas dietas: mientra el personal "de a pie" cobre X`€/Km e Y`€/comida, los altos cargos cobran nX/km y nY`€/comida siendo "n" un número positivo >1.
Es comprensible: los coches de los altos cargos gastan más que los utilitarios de los funcionarios de a pie, y sería indecorosa que un alto cargo comiera con un menú del día <12`€
No hay distinción de sexo -ni género y genera- a la hora de meter la mano en la saca, querida Samantha.
Una curiosidad: cuando lo escuché en la radio, por la mañana, estaba cambiando de dial y mailnterpreté inicialmente la noticia. Pensé que hablaban de que el fisco lo había llevado a cabo un diputado del PP. Y me planteé escribir esta entrada en los mismo términos que lo hice, criticando la sinvergonzonería de la clase política en general y la del susodicho en particular. Sólo cuando consulté la noticia en los diarios online me di cuenta de mi error de apreciación. Y es que a la hora de tangar, tan plausible es asignarle el mangue a uno u a otra. Este país es la leche.
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio