Sincronicidad
GEFREMA es una reputada asociación dedicada a la investigación, divulgación y conservación del patrimonio histórico relacionado con la Guerra Civil Española en el ámbito de la Comunidad de Madrid. Con carácter trimestral edita una muy interesante revista llamada Frente de Madrid donde se exponen artículos muy trabajados sobre distintos aspectos del Madrid en guerra. Recientemente descubrí que en su número 15 incluían un llamativo artículo titulado Enigmas de la batalla de Madrid: la muerte de Durruti firmado por Raúl C. Cancio Fernández y que, al parecer, desglosaba las distintas hipótesis y circunstancias que rodearon la peculiar muerte del lider anarquista leonés. Quien me conoce sabe que no podía dejar pasar una oportunidad como esa y de inmediato me puse en contacto con ellos para solicitarles un ejemplar. Tras la lectura del artículo, mi sorpresa fue mayúscula.
Lo relatado en el artículo coincide, en fondo y en enfoque, punto por punto, dato por dato, perspectiva por perspectiva, con las conclusiones expuestas en la trama de El hombre que mató a Durruti.
Entendámonos bien. No estoy diciendo que el señor Cancio haya desarrollado un artículo en torno a los datos, hipótesis y conclusiones aportados por mí en la novela. Tengo a la gente del GEFREMA por lo suficientemente rigurosa y respetable como para no haber hecho tal cosa sin atreverse a mencionar la fuente original y, por otro lado, no me cabe la menor duda acerca de la honestidad del Sr. Cancio. Lo que sí me resulta llamativo es que dos personas sin relación previa tomen similares datos de partida sobre un asunto concreto —por lo visto en el artículo, el Sr. Cancio bebe de fuentes muy cercanas a las que yo empleé para el desarrollo de la trama de mi novela— para terminar llegando a idénticas conclusiones. No similares, no. Idénticas. En buena lid, esta circunstancia debería servir de reválida para mis propias divagaciones sobre el asunto y tal hecho no debería resultarme particularmente sorprendente. Es hasta cierto punto natural que si la verdad tan sólo puede ser una, con los mismos datos en la mano, sólo pueda caber una conclusión acertada. Pero no deja de maravillarme el hecho de que el Sr. Cancio y yo no sólo hayamos lleguado a las mismas conclusiones sino que lo hagamos a través de los mismos vericuetos, tras apoyarnos y dar por correctos los mismos testimonios —Graves, Bonilla, Santamaría, Bastos Ansart...— y desechar por dudosos e inconsistentes —Arnal, Ramón García...— los mismos argumentos y declaraciones. Amén de coincidir en las situaciones expuestas e incidir en los mismos claroscuros —momentos, lugares, horarios, rutas, testigos presenciales, ejemplos y menciones a quiénes acompañaban ese día a Durruti...— hasta el punto de llegar a elucubrar con el lugar preciso donde ocurrieron los hechos —y cualquier estudioso del asunto sabe de lo peculiar de tal circunstancia— y que dicho lugar coincida en ambos textos. Punto por punto. Circunstancia por circunstancia. Si llego a encontrarme en el artículo con las declaraciones del capitán Angúlo, me caigo de espaldas.
La cuestión es que mi novela fue publicada en el 2004. Y su artículo en el 2009.
Pero la sincronicidad siempre me ha parecido una cosa maravillosa. Es capaz de explicar un montón de cosas.
Lo relatado en el artículo coincide, en fondo y en enfoque, punto por punto, dato por dato, perspectiva por perspectiva, con las conclusiones expuestas en la trama de El hombre que mató a Durruti.
Entendámonos bien. No estoy diciendo que el señor Cancio haya desarrollado un artículo en torno a los datos, hipótesis y conclusiones aportados por mí en la novela. Tengo a la gente del GEFREMA por lo suficientemente rigurosa y respetable como para no haber hecho tal cosa sin atreverse a mencionar la fuente original y, por otro lado, no me cabe la menor duda acerca de la honestidad del Sr. Cancio. Lo que sí me resulta llamativo es que dos personas sin relación previa tomen similares datos de partida sobre un asunto concreto —por lo visto en el artículo, el Sr. Cancio bebe de fuentes muy cercanas a las que yo empleé para el desarrollo de la trama de mi novela— para terminar llegando a idénticas conclusiones. No similares, no. Idénticas. En buena lid, esta circunstancia debería servir de reválida para mis propias divagaciones sobre el asunto y tal hecho no debería resultarme particularmente sorprendente. Es hasta cierto punto natural que si la verdad tan sólo puede ser una, con los mismos datos en la mano, sólo pueda caber una conclusión acertada. Pero no deja de maravillarme el hecho de que el Sr. Cancio y yo no sólo hayamos lleguado a las mismas conclusiones sino que lo hagamos a través de los mismos vericuetos, tras apoyarnos y dar por correctos los mismos testimonios —Graves, Bonilla, Santamaría, Bastos Ansart...— y desechar por dudosos e inconsistentes —Arnal, Ramón García...— los mismos argumentos y declaraciones. Amén de coincidir en las situaciones expuestas e incidir en los mismos claroscuros —momentos, lugares, horarios, rutas, testigos presenciales, ejemplos y menciones a quiénes acompañaban ese día a Durruti...— hasta el punto de llegar a elucubrar con el lugar preciso donde ocurrieron los hechos —y cualquier estudioso del asunto sabe de lo peculiar de tal circunstancia— y que dicho lugar coincida en ambos textos. Punto por punto. Circunstancia por circunstancia. Si llego a encontrarme en el artículo con las declaraciones del capitán Angúlo, me caigo de espaldas.
La cuestión es que mi novela fue publicada en el 2004. Y su artículo en el 2009.
Pero la sincronicidad siempre me ha parecido una cosa maravillosa. Es capaz de explicar un montón de cosas.
Etiquetas: El hombre que mató a Durruti, Libros, Literatura
9 comentarios:
¡Qué bonito te ha quedado, Lobo! La página y la entrada: negro sobre blanco, claro, luminoso, diáfano y transparente... a la par que elegante.
Se entiende todo.
Me he acordado de lo que decía Paolo Ucello: "¡Que cosa bella e la propettiva!"
(¡y las ganas que yo tengo de leer "el hombre que mató a Durruti")
Me alegra que te guste el nuevo diseño, Trancos. La verdad es que cuanto más lo miro, más me convence. Sencillo, funcional, con contenidos mejor distribuidos y más "amable" a la vista.
Respecto a El hombre que... sabes que lo puedes tener cuando quieras. Lástima de tu fobia a los PDF :-)
Abrazos,
Pedro
Lo de escribir algo parecido, lo de la sincronía, también me pasó contigo hace un tiempo. A ver si busco por ahí el textillo y te lo envío.
José.
Sé que a veces ocurre, José. No tengo nada en contra de las coincidencias y también entiendo que si dos personas suman "tres" y "dos" es perfectamente natural que a ambas les de como resultado "cinco". Lo que sí me sorprende -que no irrita ni incomoda- es que, de todos los números disponibles, ambas hayan decidido que precisamente "tres" y "dos" sean el camino a seguir.
Ya digo. Sincronicidad. :-)
Abrazos,
Pedro
No es por nada pero ¿el Sr. Cancio no sabía de la existencia de tu libro?. Pienso que si tengo que hacer un artículo sobre algo, antes investigaría todo lo relacionado con el tema y me enteraría-vamos, digo yo- que alguien ha dicho antes lo que yo voy a exponer. No conozco a ese señor ni puedo dudar de su honestidad, pero en internet sales como autor de un libro sobre Durruti y esas personas pueden acceder al libro, pese a no estar ya catalogado o no poder comprarse. Al menos, poniéndose en contacto contigo. Más que nada, para no pasar por plagio un trabajo hecho. Si no ha sido así, habrá sido un corte grandísimo para el Sr. Cancio. Porque si yo escribo algo y luego me doy cuenta de que otro ya lo había hecho exactamente igual antes, pienso que los demás van a pensar que lo he copiado, aunque no lo haya hecho.
Un beso y perdona el rollo enrevesado que te he largado.
Desconozco, Daffy si el Sr. Cancio conocía previamente la existencia de mi novela. De ser así -cuestión que ni afirmo ni niego porque no me consta-, no lo menciona en ningún momento. Como he dicho, no pretendo acusarlo de nada, sólo que la circunstancia me ha parecido curiosa en extremo como sé positivamente que le parecería a cualquiera que tuviese ocasión de leer ambos textos -las similitudes son... abrumadoras-. Quizá, en un futuro, tenga ocasión de comentarlo con el propio Sr. Cancio. Hasta ese momento me abstengo de ir más allá de lo que he ido en la entrada de este blog. Por deferencia y, sobre todo, por prudencia. No es cuestión de ir acusando a nadie a la ligera.
Abrazos,
Pedro
Ese tipo de coincidencias -planteamiento y esquema de desarrollo lógico- no son infrecuentes en las creaciones intelectuales, bien sean obras de investigación, bien en narraciones, así que es posible que ni tan siquiera conocer tu obra haya seguido la misma senda que seguiste tú.
Sobre el nuevo diseño del blog, todo claro, lleno de informaciones y color. Me gusta, y sólo tenfo un pero:el naranja que has escogido no acaba de quedar armónico bajo el azul.
Besazos, lobo de la agenda repleta.
Por ese motivo, querida Samantha, prefiero ser prudente hasta donde el estupor me deje. :-)
Lo del naranja, ¿te refieres al color con el que están definidas las partículas de los enlaces? Yo es que soy un poco aparvao para esto de las combinaciones coloristicas... ¿Qué color le colocaría usted?
Abrazos,
Pedro
CRISTOBAL JODOROWSKY
Taller de Fin de Semana en Madrid (Cercedilla)
Marzo 12 y 13, 2011
Muchas veces, soñamos con un amigo que no vemos desde hace tiempo y al día siguiente nos lo encontramos en el lugar más inusual. O vamos al teléfono para llamar a un amigo o un pariente y el teléfono repica en ese instante y es él quien nos llama.
Nada ocurre por casualidad, como han demostrado la psicología humanista y la física cuántica. Ni siquiera existe la casualidad como tal.

El psicólogo suizo Carl G. Jung y el Premio Nobel de física (1945) Wolfgang Pauli colaboraron en el desarrollo de una teoría de las coincidencias que bautizaron con el nombre de “Sincronicidades”. Jung creía que estos eventos eran indicativos de cómo nos interconectamos los seres humanos con la naturaleza en general y con otros seres humanos en particular, a través del inconsciente colectivo.
Cada carta del Tarot posee un significado que se relaciona directamente con estados del alma y circunstancias y tipología de personas. Es inespacial y atemporal, pues nos conecta con circunstancias del pasado, presente y futuro. De acuerdo con la teoría de Jung, los Arcanos del Tarot representan arquetipos que sugieren aspectos de la vida. Por ello nos remiten no sólo a lo inmediato, lo evidente; sino que representan las experiencias de la persona, sus propias pasiones, deseos y motivaciones inconscientes, ya que los símbolos reflejan directamente lo que hay en nuestras memorias atávicas y memorias de nuestra vida individual. Cuando seleccionamos y extraemos una carta para representar una situación o persona, el principio que opera es el de sincronicidad. Extraemos la carta justa para decirnos aquello que debemos saber, aquella cuyo simbolismo responde a nuestra pregunta.
Durante el taller, se describen las propiedades de cada una de las 22 llaves de la conciencia que son los Arcanos Mayores, su uso arquetípico y su aplicación en la clarificación de conflictos psicológicos o emocionales. A través de la lectura de las cartas del Tarot, Cristóbal Jodorowsky identifica el conflicto y propone una solución psicomágica. Puede ocurrir en el mismo seminario que se produzcan lecturas de los árboles de la familia o se practiquen rituales de psicochamanismo.
Marzo 12 y 13, 2011
Taller de Fin de SEmana en Cercedilla
Inscripciones disponibles en http://www.psicomagos.com
Más información: +689 691419
psicomagos@bigtime.com.mx
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