...Y futuro.
«...Con movimientos lentos y pausados se despojó de la camisa dejando al descubierto un torso fuerte y fibroso, de brazos musculados y poderoso pectoral esculpido a base de horas de entrenamiento pero sin caer en el extremo exagerado de los animales de gimnasio. Echó un vistazo a la herida de su hombro. Por fortuna tan sólo había sido un leve rasguño. Abrió varios cajones hasta hallar algunos paños de cocina. Cogió un par de ellos, se acercó de nuevo al fregadero y se dispuso a limpiar la herida. Un leve chasquido proveniente de la puerta le puso sobre alerta. Con un rápido movimiento extrajo su pistola de la cintura y apuntó hacia la entrada de la cocina. Bajo el quicio, Ramón distinguió la joven figura de Lucía que lo observaba desde la distancia con una mezcla de temor y curiosidad.
—No vuelvas a hacer eso —le dijo mientras devolvía el arma a su lugar.
La observó como si estuviese contemplándola por primera vez. Lo cierto era que, hasta ese momento, tampoco había tenido ocasión de prestarle demasiada atención. La joven vestía una indumentaria cómoda, de andar por casa. Unos vaqueros viejos recortados toscamente a la altura de los muslos, unas zapatillas deportivas y una holgada camiseta blanca de algodón cuya parte frontal reseñaba un «Fuck You. I have enough friends» de enternecedora intención trasgresora. Casi sin pretenderlo, Ramón reparó en cómo, a la altura de la combativa consigna, se erguían dos incipientes pechos cuya insolente juventud desafiaba todas las leyes, particularmente la de la gravedad, aun a pesar de la ausencia de sujetador. Ramón se volvió hacia el fregadero e introdujo uno de los paños bajo el chorro de agua. Lucía se adentró en la cocina y se quedó observándole en silencio. Ramón ignoró su presencia y continuó lavando su herida.
—Era un farol, ¿verdad? —preguntó al fin la muchacha.
—¿El qué?
—Lo de volarme la cabeza si entraban.
—No. No lo era.» (Novela sin título definitivo. Work in progress)
—No vuelvas a hacer eso —le dijo mientras devolvía el arma a su lugar.
La observó como si estuviese contemplándola por primera vez. Lo cierto era que, hasta ese momento, tampoco había tenido ocasión de prestarle demasiada atención. La joven vestía una indumentaria cómoda, de andar por casa. Unos vaqueros viejos recortados toscamente a la altura de los muslos, unas zapatillas deportivas y una holgada camiseta blanca de algodón cuya parte frontal reseñaba un «Fuck You. I have enough friends» de enternecedora intención trasgresora. Casi sin pretenderlo, Ramón reparó en cómo, a la altura de la combativa consigna, se erguían dos incipientes pechos cuya insolente juventud desafiaba todas las leyes, particularmente la de la gravedad, aun a pesar de la ausencia de sujetador. Ramón se volvió hacia el fregadero e introdujo uno de los paños bajo el chorro de agua. Lucía se adentró en la cocina y se quedó observándole en silencio. Ramón ignoró su presencia y continuó lavando su herida.
—Era un farol, ¿verdad? —preguntó al fin la muchacha.
—¿El qué?
—Lo de volarme la cabeza si entraban.
—No. No lo era.» (Novela sin título definitivo. Work in progress)
1 comentarios:
Pues ánimo, amigo, que trabajo empezado es trabajo medio hecho
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