Ferias. Y amigos
Vivimos en un mundo de peculiares paradojas. Porque no deja de resultar curioso que uno de los mejores lectores con el que he tenido la oportunidad de toparme desde que inicié esta aventura literaria sea precisamente un invidente. Un ciego, vamos. Bien sabe él que no enuncio tal circunstancia con ánimo de menoscabo. Ni mucho menos. Guardo un profundo respeto y cariño tanto a Sergio como a su magnífica familia como para que se me ocurriese tal despropósito. Pero pocas veces me he encontrado con un lector tan preciso como racional, con una mente analítica tan fuera de lo común. Un lector capaz de percibir en un texto aspectos —y errores— tan sutiles que muy pocas personas —incluido el que suscribe— han sido capaces de darse cuenta. Como si Dios o el Diablo, al privarle de la vista, lo hubiese concedido una especial clarividencia. Por lo menos, en cuanto a asuntos literarios se refiere. Y estoy seguro que en muchos otros que me son menos familiares, también. Tiene el tipo la cabeza muy bien amueblada.
Sergio, espíritu inquieto como pocos, anduvo recientemente involucrado en asuntos culturales en su ciudad natal. Participó en la organización de la Feria del Libro de Castilla la Mancha y el hombre no tuvo mejor ocurrencia que invitar a una mesa redonda al inefable Jerónimo Tristante y a un servidor de ustedes para que, bajo el imaginativo título de ¿Hay que hacerse el sueco para vivir de la novela negra en España?, hablásemos de la situación actual de la novela negra y de sus autores. Y allí que nos plantamos. Con dos pelotas.
Jero y yo llegamos a Cuenca el viernes por la tarde, en torno a las 19:00. Nos aguardaban Sergio y sus padres, José Ángel y Ana, dos de las personas más encantadoras con las he tenido ocasión de toparme en mucho tiempo. Acogedores, entrañables, cordiales, cercanos, son de esa gente que te hace sentir como de la familia a los cinco minutos de estar con ellos. No nos veíamos desde la pasada edición de la Semana Negra y dedicamos los primeros momentos a ponernos al día. Después fuimos a dar una vuelta por Cuenca, a tomar unas cervezas y a charlar un poco de los actos previstos para el día siguiente. Pasamos por el Parador de Cuenca —precioso enclave, por cierto— y para terminar, nuestros anfitriones nos llevaron a un lugar espectacular llamado Recreo Peral donde, entre risas, cachondeos y bromas, cenamos de maravilla. Tras las copas de rigor, José Ángel nos dejó sanos y salvos en el hotel con el acuerdo de que pasarían a recogernos a la mañana siguiente para llevarnos al lugar en el que estaba prevista nuestra intervención, evento que moderaría Sergio.
En torno a las once del sábado acudimos al lugar previsto, la Sala Alta del recinto ferial. Para mi estupor —nunca pensé que dos mindundis como nosotros pudiésemos tener esa capacidad de convocatoria—, la sala estaba llena. Entre los asistentes me aguardaba una grata sorpresa —otra más—: la presencia de Paco Gómez Escribano, escritor, amigo y asiduo a este blog, que había tenido la deferencia de desplazarse desde Madrid para asistir al evento. La charla comenzó con una pequeña disensión. Sin estar previsto, nos colaron como participante a un interviniente, político por más señas. Una jugada, por desgracia, cada vez más habitual en este tipo de actos a los que alguien suele apuntarse a última hora para hacerse la foto y que, en la mayor parte de las veces, no tiene ni idea de que va el asunto y sólo está allí para soltar su speech y el relumbrón. Pero en esta ocasión, tuve que tragarme mis palabras —es de caballeros reconocerlo— porque resulta que dicha persona —de la cual lamento no recordar en estos momentos ni nombre ni cargo—, además de ser un lector instruido y un demostrado aficionado a la novela negra, parecía saber perfectamente de lo que hablaba. Cosa bastante inhabitual, por cierto. Total, que la charla salió de maravilla. Sergio estuvo estupendo en su papel de conductor —aunque poco le dejamos conducir. Pues menudos somos— y Jero derrochó su gracejo habitual. Se puede consultar algún detalle más del acto en este enlace y en éste. Acabada la charla, firma de ejemplares de rigor y divertida entrevista —al menos así lo afirman os que han tenido ocasión de verla— con CNC, un canal de televisión local.
Marchamos a comer a un restaurante cercano donde tuve ocasión de coincidir con el afable Martínez Laínez, con quien ya me había encontrado en algún que otro acto en Madrid pero con el que nunca me había parado a charlar con calma. Terminada la comida, nos despedimos de Tristante —que marchaba para su tierra— y volvimos al recinto ferial para proceder al segundo evento previsto: la presentación del volumen de relatos Ocho vueltas de tuerca. Por desgracia, el acto coincidió con una presentación de la popular María Dueñas con lo que la asistencia de público se resintió algo más que en el evento de por la mañana. Sergio y yo charlamos amigablemente sobre el volumen al tiempo que hacíamos una breve glosa de la historia subyacente tras cada uno de los relatos que lo componen. Acabada la presentación y tras despedirnos de los asistentes, Sergio, su familia y un servidor, muy satisfechos pero bastante cansados del ajetreo, a qué negarlo, nos retiramos a casa de Sergio donde la velada terminó de forma grata y tranquila, en familia.
A la mañana siguiente, vuelta a Madrid con excelente sabor de boca, el sentir de unas veladas extraordinarias y el placer de la constancia de tener amigos que te aprecian. Que, ni mucho menos, es poco. Todo lo contrario.
Sergio, espíritu inquieto como pocos, anduvo recientemente involucrado en asuntos culturales en su ciudad natal. Participó en la organización de la Feria del Libro de Castilla la Mancha y el hombre no tuvo mejor ocurrencia que invitar a una mesa redonda al inefable Jerónimo Tristante y a un servidor de ustedes para que, bajo el imaginativo título de ¿Hay que hacerse el sueco para vivir de la novela negra en España?, hablásemos de la situación actual de la novela negra y de sus autores. Y allí que nos plantamos. Con dos pelotas.
Jero y yo llegamos a Cuenca el viernes por la tarde, en torno a las 19:00. Nos aguardaban Sergio y sus padres, José Ángel y Ana, dos de las personas más encantadoras con las he tenido ocasión de toparme en mucho tiempo. Acogedores, entrañables, cordiales, cercanos, son de esa gente que te hace sentir como de la familia a los cinco minutos de estar con ellos. No nos veíamos desde la pasada edición de la Semana Negra y dedicamos los primeros momentos a ponernos al día. Después fuimos a dar una vuelta por Cuenca, a tomar unas cervezas y a charlar un poco de los actos previstos para el día siguiente. Pasamos por el Parador de Cuenca —precioso enclave, por cierto— y para terminar, nuestros anfitriones nos llevaron a un lugar espectacular llamado Recreo Peral donde, entre risas, cachondeos y bromas, cenamos de maravilla. Tras las copas de rigor, José Ángel nos dejó sanos y salvos en el hotel con el acuerdo de que pasarían a recogernos a la mañana siguiente para llevarnos al lugar en el que estaba prevista nuestra intervención, evento que moderaría Sergio.
En torno a las once del sábado acudimos al lugar previsto, la Sala Alta del recinto ferial. Para mi estupor —nunca pensé que dos mindundis como nosotros pudiésemos tener esa capacidad de convocatoria—, la sala estaba llena. Entre los asistentes me aguardaba una grata sorpresa —otra más—: la presencia de Paco Gómez Escribano, escritor, amigo y asiduo a este blog, que había tenido la deferencia de desplazarse desde Madrid para asistir al evento. La charla comenzó con una pequeña disensión. Sin estar previsto, nos colaron como participante a un interviniente, político por más señas. Una jugada, por desgracia, cada vez más habitual en este tipo de actos a los que alguien suele apuntarse a última hora para hacerse la foto y que, en la mayor parte de las veces, no tiene ni idea de que va el asunto y sólo está allí para soltar su speech y el relumbrón. Pero en esta ocasión, tuve que tragarme mis palabras —es de caballeros reconocerlo— porque resulta que dicha persona —de la cual lamento no recordar en estos momentos ni nombre ni cargo—, además de ser un lector instruido y un demostrado aficionado a la novela negra, parecía saber perfectamente de lo que hablaba. Cosa bastante inhabitual, por cierto. Total, que la charla salió de maravilla. Sergio estuvo estupendo en su papel de conductor —aunque poco le dejamos conducir. Pues menudos somos— y Jero derrochó su gracejo habitual. Se puede consultar algún detalle más del acto en este enlace y en éste. Acabada la charla, firma de ejemplares de rigor y divertida entrevista —al menos así lo afirman os que han tenido ocasión de verla— con CNC, un canal de televisión local.
Marchamos a comer a un restaurante cercano donde tuve ocasión de coincidir con el afable Martínez Laínez, con quien ya me había encontrado en algún que otro acto en Madrid pero con el que nunca me había parado a charlar con calma. Terminada la comida, nos despedimos de Tristante —que marchaba para su tierra— y volvimos al recinto ferial para proceder al segundo evento previsto: la presentación del volumen de relatos Ocho vueltas de tuerca. Por desgracia, el acto coincidió con una presentación de la popular María Dueñas con lo que la asistencia de público se resintió algo más que en el evento de por la mañana. Sergio y yo charlamos amigablemente sobre el volumen al tiempo que hacíamos una breve glosa de la historia subyacente tras cada uno de los relatos que lo componen. Acabada la presentación y tras despedirnos de los asistentes, Sergio, su familia y un servidor, muy satisfechos pero bastante cansados del ajetreo, a qué negarlo, nos retiramos a casa de Sergio donde la velada terminó de forma grata y tranquila, en familia.
A la mañana siguiente, vuelta a Madrid con excelente sabor de boca, el sentir de unas veladas extraordinarias y el placer de la constancia de tener amigos que te aprecian. Que, ni mucho menos, es poco. Todo lo contrario.
Etiquetas: Amigos, Lectores, Libros, Literatura
3 comentarios:
Perdona mi incultura, pero ¿quién es María Dueñas? Y no es coña.
Un fin de semana literario a tope, Pedro, me hubiera gustado asistir. La charla con Tristante seguro que estuvo genial, no os lo montais mal, la verdad sea dicha.
A mí me sonaba mucho el nombre de María Dueñas, pero no caía hasta que he recordado que su obra es uno delos best-seller actuales. Pero seguro que vuestras charlas no desmerecían para nada.
Gracias por compartirlo con nosotros. Un abrazo.
De mindundis nada, Pedro, que los dos sois muy buenos escritores y buena gente. El desplazarme a Cuenca fue un placer, ya te comenté. Y quedé encantado por la conferencia. Estoy de acuerdo contigo en que el político sabía un huevo sobre Novela Negra, menuda labia. Y Sergio, todo un descubrimiento, qué mérito tiene el chaval. También fue un placer conocer en persona a ese personaje llamado Jerónimo Tristante, que no para de hablar y de hacer reír. Nos vemos en la próxima. Un abrazo.
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