No me gusta el fútbol
No me gusta el fútbol. Nunca me gustó. Ni de joven. Jamás le encontré la gracia al monótono ejercicio de contemplar cómo 22 tíos corrían noventa minutos por un campo de hierba tratando de hacerse con el control de una pelota de cuero.
Cuando mi compadre Montero Glez prometió hacerme llegar un ejemplar de su último libro, A ras de «yerba», le agradecí la deferencia en todo lo que vale, que para mí es mucho. Montero es un tío de ley y este tipo de cortesías entre compadres han de medirse con el agradecimiento que merecen. Sin embargo, al enterarme de que el libro recogía una serie de artículos futbolísticos —o futboleros— resultado de su colaboración con el medio deportivo Mediapunta, mi entusiasmo fue relativo. No me malinterpreten. Me encanta como escribe ese cabrón y, sin dudarlo, daría un dedo de un pie —los de la mano me hacen falta— por ser capaz de evocar siquiera un ápice de la prosa que el fulano es capaz de pergeñar, pero la temática del libro... como que ni fú ni fá. Ayer recibí el libro y me puse a hojearlo —y a ojearlo—. Y no pude parar de leer. Porque los artículos contenidos en el libro no tratan de fútbol. O sí. O sí, pero no. Montero escoge ese otro lado del fútbol, el ajeno a resultados, tablas de clasificación y ascensos y descensos. Escoge la anécdota, el aporte personal, el dato honestamente subjetivo y haciendo gala de ese buen hacer que siempre lo ha caracterizado, lo tamiza, lo retuerce y lo eleva a la categoría de literatura. El libro glosa gestas acerca de Maradona, de Zarra, de Puskas. De hinchadas y de encuentros históricos. Del inventor del futbolín y de Cela. El gachó es tan bueno que es capaz de coger algo tan aburrido como el fútbol y convertirlo en puro divertimento. Algo así sólo son capaces de hacerlo los muy grandes.
Sigue sin gustarme el fútbol. Pero me encanta lo que Montero cuenta en su libro. Y sobre todo, cómo lo cuenta.
Cuando mi compadre Montero Glez prometió hacerme llegar un ejemplar de su último libro, A ras de «yerba», le agradecí la deferencia en todo lo que vale, que para mí es mucho. Montero es un tío de ley y este tipo de cortesías entre compadres han de medirse con el agradecimiento que merecen. Sin embargo, al enterarme de que el libro recogía una serie de artículos futbolísticos —o futboleros— resultado de su colaboración con el medio deportivo Mediapunta, mi entusiasmo fue relativo. No me malinterpreten. Me encanta como escribe ese cabrón y, sin dudarlo, daría un dedo de un pie —los de la mano me hacen falta— por ser capaz de evocar siquiera un ápice de la prosa que el fulano es capaz de pergeñar, pero la temática del libro... como que ni fú ni fá. Ayer recibí el libro y me puse a hojearlo —y a ojearlo—. Y no pude parar de leer. Porque los artículos contenidos en el libro no tratan de fútbol. O sí. O sí, pero no. Montero escoge ese otro lado del fútbol, el ajeno a resultados, tablas de clasificación y ascensos y descensos. Escoge la anécdota, el aporte personal, el dato honestamente subjetivo y haciendo gala de ese buen hacer que siempre lo ha caracterizado, lo tamiza, lo retuerce y lo eleva a la categoría de literatura. El libro glosa gestas acerca de Maradona, de Zarra, de Puskas. De hinchadas y de encuentros históricos. Del inventor del futbolín y de Cela. El gachó es tan bueno que es capaz de coger algo tan aburrido como el fútbol y convertirlo en puro divertimento. Algo así sólo son capaces de hacerlo los muy grandes.
Sigue sin gustarme el fútbol. Pero me encanta lo que Montero cuenta en su libro. Y sobre todo, cómo lo cuenta.
Etiquetas: Amigos, Libros, Literatura, Maestros
3 comentarios:
A mí tampoco me gusta el fútbol, pero sí la Historia, por eso más que sobre futbol, es sobre Historia. El fútbol es una religión con sus templos y sus dioses. Me sorprende. Además aquí todo tiene hoja y así digo cada vez que me llaman del periódico para que haga una pieza.
Me alegro de que te gustase.
Esperando tu próximo trabajo, aquí me tienes.
Monterito.
Encantado de verte por aquí, Monteriot. E insisto: muy bueno el libro.
Abrazos,
Pedro
Pues a mí, para llevar la contraria en este blog, sí me gusta el fútbol, pero más aún la literatura, y si es de la buena mejor que mejor.
La recopilación de artículos relacionados con el balón tiene un primer toque sutil y gracioso pero conforme va avanzando las páginas el regate da paso al golpeo directo, en el cual Montero es pelotero y de los buenos. Así, desde aquí animo a todos a leerse un libro estrito con sudor, gritos y golazos contudentes como patadas a "ras de yerba".
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