Presentación de El momento del unicornio.
Dicen que no hay dos sin tres. Esta semana ha sido bastante prolífica en cuanto a citas literarias. Ayer se celebró en Madrid la presentación del libro de relatos El momento del unicornio de Norberto Luis Romero, autor al que guardo un particular aprecio. Al cordial y entrañable Norberto lo conocí hace años, cuando aún se celebraba aquella famosa y añorada reunión semanal de pirados que conformaban la tertulia La Cruzada. En su descargo he de decir que me cayó bien de forma inmediata y que desde el primer momento se estableció entre nosotros una particular corriente de simpatía. Después, los azares del destino lo llevaron lejos de Madrid y a pesar de no haber perdido nunca del todo el contacto, hacía ya mucho tiempo que no teníamos ocasión de saludarnos en persona. Me apetecía muchísimo darle un abrazo. Y además, la presentación del acto corría a cargo del galateo David G. Panadero con el que también hacía tiempo que no me encontraba. Estupenda ocasión para matar dos pájaros —en el sentido más literal del término— de un tiro.
El evento se celebró en la sempiterna librería Estudio en Escarlata, establecimiento que terminará por convertirse en lugar de culto de todos los pirados literarios de Madrid —al tiempo—. Llego con la hora justa y para mi satisfacción me encuentro con que el elenco de asistentes es realmente notable, con la presencia de un gran número de amigos y conocidos. Además de los antes mencionados estaban por allí Félix Palma —de nuevo— y Lorenzo Luengo, Pablo Mazo —editor y, sin embargo, bellísima persona—, Herme G. Donis… También me presentan a Óscar Sipán, artífice editorial del libro presentado, un tipo realmente encantador. La velada se promete animada.
La presentación comenzó con una breve intervención por parte de Óscar Sipán en la que explicó la labor llevada a cabo para reeditar —el volumen fue editado originariamente en 1995— esta antología de relatos y el porqué de la decisión de hacerlo. Después tomó la palabra David G. Panadero para explicar lo peculiar de la literatura de Norberto Romero, un autor con una voz muy personal y al que tradicionalmente han tratado de encuadrar dentro de la literatura de estilo gótico. Panadero insistió en lo equivocado del planteamiento, surgido quizá de la querencia de Norberto Romero por acercarse a los espacios más oscuros del alma humana en busca de una particular visión —evocadora, sombría e inquietante las más de las veces, pero particularmente bella. Si algo tiene la literatura de Norberto Romero es que jamás te deja indiferente— de las historias que narra y, particularmente, de las atmósferas que tan magistralmente sabe recrear. En ese aspecto coincidimos la gran mayoría de sus lectores: Norberto es, probablemente, uno de los mejores recreadores de atmósferas —crudas, turbias, desosegadoras, inquietantes, líricas y plenas de matices— que ha dado la literatura de los últimos veinte años. No estoy exagerando. Al menos, no demasiado. Para muestra, un botón. No en vano sus relatos son ampliamente reconocidos allende las fronteras, siendo publicados con cierta frecuencia en revistas literarias de numerosos países.
Para cerrar el acto, tomó la palabra el autor para, en pocas palabras, agradecer la presencia de los asistentes, agradecer al editor que hubiese dado una nueva oportunidad a un libro de relatos que él ya daba por perdido y reafirmar las aseveraciones de David G. Panadero, indicando que está totalmente en desacuerdo con la mayoría de etiquetas que tradicionalmente le han impuesto, dejando claro que no se considera ni gótico, ni borgiano, ni escritor de culto, ni escritor maldito. Tras esto, el acto se cerró con un vino —estupendo, por cierto. Tengo que preguntarle a Juan Escarlatti de dónde demonios lo sacó— degustado en grata compañía. ¿Qué más se puede pedir para redondear la tarde de un viernes?
El evento se celebró en la sempiterna librería Estudio en Escarlata, establecimiento que terminará por convertirse en lugar de culto de todos los pirados literarios de Madrid —al tiempo—. Llego con la hora justa y para mi satisfacción me encuentro con que el elenco de asistentes es realmente notable, con la presencia de un gran número de amigos y conocidos. Además de los antes mencionados estaban por allí Félix Palma —de nuevo— y Lorenzo Luengo, Pablo Mazo —editor y, sin embargo, bellísima persona—, Herme G. Donis… También me presentan a Óscar Sipán, artífice editorial del libro presentado, un tipo realmente encantador. La velada se promete animada.
La presentación comenzó con una breve intervención por parte de Óscar Sipán en la que explicó la labor llevada a cabo para reeditar —el volumen fue editado originariamente en 1995— esta antología de relatos y el porqué de la decisión de hacerlo. Después tomó la palabra David G. Panadero para explicar lo peculiar de la literatura de Norberto Romero, un autor con una voz muy personal y al que tradicionalmente han tratado de encuadrar dentro de la literatura de estilo gótico. Panadero insistió en lo equivocado del planteamiento, surgido quizá de la querencia de Norberto Romero por acercarse a los espacios más oscuros del alma humana en busca de una particular visión —evocadora, sombría e inquietante las más de las veces, pero particularmente bella. Si algo tiene la literatura de Norberto Romero es que jamás te deja indiferente— de las historias que narra y, particularmente, de las atmósferas que tan magistralmente sabe recrear. En ese aspecto coincidimos la gran mayoría de sus lectores: Norberto es, probablemente, uno de los mejores recreadores de atmósferas —crudas, turbias, desosegadoras, inquietantes, líricas y plenas de matices— que ha dado la literatura de los últimos veinte años. No estoy exagerando. Al menos, no demasiado. Para muestra, un botón. No en vano sus relatos son ampliamente reconocidos allende las fronteras, siendo publicados con cierta frecuencia en revistas literarias de numerosos países.
Para cerrar el acto, tomó la palabra el autor para, en pocas palabras, agradecer la presencia de los asistentes, agradecer al editor que hubiese dado una nueva oportunidad a un libro de relatos que él ya daba por perdido y reafirmar las aseveraciones de David G. Panadero, indicando que está totalmente en desacuerdo con la mayoría de etiquetas que tradicionalmente le han impuesto, dejando claro que no se considera ni gótico, ni borgiano, ni escritor de culto, ni escritor maldito. Tras esto, el acto se cerró con un vino —estupendo, por cierto. Tengo que preguntarle a Juan Escarlatti de dónde demonios lo sacó— degustado en grata compañía. ¿Qué más se puede pedir para redondear la tarde de un viernes?
Etiquetas: Amigos, Autores, Libros, Literatura, Presentaciones
6 comentarios:
Envidia me das -dais-, ladrón. Ojalá Estudio me pillara más cerca para asistir a estos eventos, más por el vino que por veros, pero también.
Y sí, escritores como Norberto hay pocos. Algunos de sus relatos son de lo mejor que he leído en castellano. Y en inglés, qué demonios.
Un abrazo, Pedro... y espero que nos veamos un día de enero o febrero presentando nuestro libro -de Jesús Lens y mío- en Estudio en Escarlata.
Ya me imaginaba yo, Fran, que era por el vino. Como si no nos conocieramos ya. :-D Norberto es un auténtico genio del relato y es una auténtica desgracia que esté tan minusvalorado aquí en España.
Estaré al tanto de la presentación de vuestro libro en Madrid y, sin duda alguna, si las autoridades y el tiempo no lo impiden, nos veremos.
Un abrazo.
Tenía pensado ir, pero se me pasí. Me hubiera gustado darle un abrazo al amigo Norberto
Una lástima que te lo perdieras, Miguel. Me hubiese gustado verte.
Abrazos.
Gracias a todos por vuetro afecto y palabras alentadoras. Gracias mil, Pedro, por haberme "colgado" con tal celeridad y cariño. Y vamos a lo verdaderamente importante: el maravilloso vino lo puso Tropo, es un garnacha, pero no tengo más detalles. Preguntarles a Oscar, Mario o a Cristina, la jefa de prensa, que es la responsable última de semejante exquisitez.
Abrazos a todos,
Norberto
Gracias a ti, querido Norb, por concederme el placer de contar con tu amistad. Me apunto lo del vino para preguntarle a Óscar.
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