Nos va la marcha
(No se trata de una campaña publicitaria. Realmente se trata de esto)
Un escritor amigo cuyo nombre, por razones obvias, mantendré en el anonimato sin atreverme a decir que se llama Jerónimo Tristante, defiende la teoría de que, a la gente, lo que le pone es sufrir. Que el afecto es una sensación ineficaz y devaluada por el excesivo manoseo y que lo que de verdad le va a la peña es la marcha, la contundencia y el mensaje directo. En una reciente reunión, entre risas y algo de alcohol —todo hay que decirlo—, mi estimado amigo y colega de letras sugería recorrer ferias, firmas y eventos literarios plasmando, en lugar del tradicional «Con afecto, xxxx», dedicatorias al estilo de: «Que te jodan, calvo de mierda» o «Pero tú, con esa cara de asilvestrao, ¿acaso sabes leer?». El hermano Jero auguraba un extraordinario éxito por lo directa, audaz y contundente de la consigna, pero sobre todo, porque la gente obviaría la sensación del escarnio a cambio de sentirse único y especial por poseer una dedicatoria diferente a la del resto de mortales. Aunque fuese de carácter ofensivo. Sobre todo por ser de carácter ofensivo. Está convencido de que quien comience la moda se va a hinchar a firmar en cuanto se corra la voz. «¡Mira, mira! Ahí hay un tipo que te firma un libro y te insulta». Ni Antonio Gala ni hostias. Todos querrán poseer un ejemplar con tu dedicatoria.
No sé. A veces me planteo que, lo mismo, hasta tiene razón.
Un escritor amigo cuyo nombre, por razones obvias, mantendré en el anonimato sin atreverme a decir que se llama Jerónimo Tristante, defiende la teoría de que, a la gente, lo que le pone es sufrir. Que el afecto es una sensación ineficaz y devaluada por el excesivo manoseo y que lo que de verdad le va a la peña es la marcha, la contundencia y el mensaje directo. En una reciente reunión, entre risas y algo de alcohol —todo hay que decirlo—, mi estimado amigo y colega de letras sugería recorrer ferias, firmas y eventos literarios plasmando, en lugar del tradicional «Con afecto, xxxx», dedicatorias al estilo de: «Que te jodan, calvo de mierda» o «Pero tú, con esa cara de asilvestrao, ¿acaso sabes leer?». El hermano Jero auguraba un extraordinario éxito por lo directa, audaz y contundente de la consigna, pero sobre todo, porque la gente obviaría la sensación del escarnio a cambio de sentirse único y especial por poseer una dedicatoria diferente a la del resto de mortales. Aunque fuese de carácter ofensivo. Sobre todo por ser de carácter ofensivo. Está convencido de que quien comience la moda se va a hinchar a firmar en cuanto se corra la voz. «¡Mira, mira! Ahí hay un tipo que te firma un libro y te insulta». Ni Antonio Gala ni hostias. Todos querrán poseer un ejemplar con tu dedicatoria.
No sé. A veces me planteo que, lo mismo, hasta tiene razón.
5 comentarios:
Creo que la educación y las buenas maneras deben prevalecer en el trato entre las personas. Ese cartel y la inciativa del escritor no me parecen más que intentos de llamar la atención por medio del envoltorio, que no se necesita sí el contenido es bueno.
Saludos.
Angelus, era una mera digresión humorística en un momento de risas. Tanto yo como el mencionado autor albergamos el suficiente respeto hacia los lectores como para poner en practica una simple boutade soltada al calor de una barra de bar. Y como tal pensé que lo entenderían los lectores de este blog. Mis disculpas si no me he hecho entender con la suficiente claridad.
Respecto a lo del cartel, forma parte de una aparente exposición de arte gráfico. Me pareció que su contenido cuadraba con el tono que quería imprimir al post.
Saludos,
Pedro
El cartel es un punto, a mí me parece cojonudo, con perdón de quién se sienta ofendido por mi taco, que, dicho sea de paso, es castellanísimo y está recogido en el DRAE. En serio, el cartel es total y tiene un interlineado increíble y para mí demasiado claro. En cuanto a tu entrada, es, como de costumbre, fuera del margen general, o sea, inteligente en todo, en exposición y en contenido.
Y, yo sí estoy de acuerdo con Jero, a la mayoría de la peña le mola que se metan con ellos, evidentemente no a todos, pero sí a muchos. Eso les da opción, unas veces a sentir, sentirse diferentes o alguien y otras a descargar sus malas historias con un pretexto.¿ qué es triste? sí, pero también real, en la mayoría de los casos que no en todos.
Mantengo que el cartel es genial, genial.
La sorpresa del lector sería cojonuda, pero si carece de sentido del humor lo peor sería, como dice un amigo mío, "las vueltas".
Un abrazo.
Contestando en el tono de cachondeo y fina ironía que nos caracteriza, te diré que sí. Que tienes razón. Que a la gente "le va la marcha". A ver por qué si no va el personal a realitis televisivos a que les cubran de oprobio, a concursos donde les someten a los más crueles de los ridículos, o soportan bromas de cámara oculta en las que, por ejemplo, los fusilan (con balas de fogueo, esa es la broma) sin liarse a hostias cuando se destapa la verdad en vez de sonreir con sonrisa de tontolaba.
¡Ah! Y hablando del cartel publicitario: Yo no me había dado por aludido pues interpreté que el "imbécil" era la firma del autor >:-)
Salud y saludos.
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