Descargas en Internet
Toda argumentación en favor de la legitimidad de las descargas en Internet, tras decenas y decenas de vericuetos y subterfugios dialécticos, suele reducirse a dos asunciones viciadas desde su concepción: 1) que, bajo determinadas circunstancias y premisas, podría resultar lícito no sufragar el coste de producción de un bien que se pretende disfrutar; 2) que la naturaleza, trascendencia e importancia global de un bien de carácter cultural convierte en legítima la posibilidad de que su creador pudiera no ser recompensado por su trabajo. Es decir, se trata de convertir en lícito y vigente la expresión «el fin justifica los medios», máxima de la maquiavélica doctrina del Bien Superior que, enarbolada desde la antigüedad por los más despreciables tiranos de la Historia, les ha permitido obviar razones y equidades elementales respetadas desde el Derecho Romano —«Nemo plus iuris ad alium transferre potest quam ipse haberet»—.
Dos asunciones viciadas. Dos puntales que no se sostienen a poco que se socaven.
Todo lo demás son pajas mentales y brindis al sol.
Dos asunciones viciadas. Dos puntales que no se sostienen a poco que se socaven.
Todo lo demás son pajas mentales y brindis al sol.
Etiquetas: Caradura, Mentiras, miserables
6 comentarios:
Iba a responder... la gallina, pero supongo que hablamos de los derechos de autor.
¡Ay, si yo le contara, amigo..!!!
Hablamos de ello, D. Alfredo, hablamos de ello. Y cada vez me enerva más el cinismo imperante en este asunto. Es sencillamente... acojonante.
A mí me parece muy loable que un artista ponga el fruto de su trabajo a disposición de cualquiera gratis, pero las descargas de internet no permiten al autor elegir. Simplemente, la gratuidad de la obra viene impuesta. Es curioso que la gente asuma, por ejemplo, que uno debe pagar la fruta al tendero y que si se la roba lo está perjudicando, pero no asuma en cambio lo mismo para con un libro, una película o un disco. La verdad es que yo no tengo una postura formada sobre este tema, pero entiendo que debe enervar a algunos autores el hecho de que la gente se tome ya como un derecho lo que nunca lo ha sido y ni siquiera tenga conciencia de que está adquiriendo bienes de pago gratis. Javier Marías ha escrito más de una vez sobre este tema; no sé si tu opinión será parecida a la suya.
Por cierto, el nuevo diseño del blog se hace un poco raro al principio, como pasa con todo, pero luego ves que es algo más claro que el anterior.
Un abrazo.
Andima, se puede aportar, debatir o argumentar todo lo que se quiera. Si es robo o si no lo es, si es justo o no lo es o si es necesario o no lo es. En mi opinión particular, todo se reduce a una máxima muy simple: "Nunca será legítimo que el autor de una obra no pueda determinar cómo, a través de qué canales y en qué condiciones debe transmitirse su obra a los demás". Y de la misma manera que suena ridículo el que yo, apelando a mi única voluntad, pudiese forzar la distribución comercial de un producto cuyo autor ha decidido distribuir a través de licencia GNU (o similares), resulta igual de abominable que alguien decida distribuir a través de licencia GNU (o similares) algo que su autor ha decidido comercializar bajo otros parámetros y premisas. ¿Tú quieres regalar tu producto? ¡Estupendo! Toma los medios. Aquí tienes Internet, portales, lugares y sitios. Estoy más que dispuesto a defender y contribuir en la medida de mis posibilidades para que esa tecnología y ese estatus se mantengan y se desarrollen. Esa gilipollez de que los antidescargas estamos en contra de la tecnología y queremos poner puertas al campo es un camelo cien veces repetido que no se cree ni siquiera el que lo enuncia. Ahora bien, si yo no quiero participar de esa circuntancia, ¿por qué distribuyes mi producto a través de canales que no deseo emplear? ¿Por qué tratas de obligarme? ¿Qué derecho tienes?
Para mí es tan sencillo como eso.
Peter, Peter, como vaya pa' lla'.... que ahora estoy en un momento bajo y no discuto con nadie porque no tengo con quien....
¡Coño!, mira quién está por aquí: el Sr. López, mi archienemigo, mi némesis. Tardabas mucho tú en venir por aquí al olor de la sangre. Lástima que te pille con la guardia baja. :-)
Abrazos.
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