Mentiras completas y verdades a medias



domingo, 8 de febrero de 2009

BCNegra 2009. La crónica. (I)

Jueves. Amanece. Día lluvioso. Estupendo. De los que a mí me gustan. Salgo en dirección a BCNegra «con el alma alborozada y los bolsillos rebosando ilusiones», que diría cualquier cursi. Yo no. Yo salgo cagando leches porque llego tarde para coger el tren y casi tiritando porque hace un frío del carajo. Pero me siento bien. Muy bien. Voy a encontrarme con gente a la que aprecio y admiro y a conocer en persona a mucha otra con la que me une un mero contacto, apenas unas palabras, por correo electrónico o Facebook. Llego a Atocha con el tiempo justo para tomar un café y coger el AVE. El viaje, tranquilo y relajado —gran invento esto del AVE—, repasando algunas notas sobre mi intervención de esa misma tarde. Llego a la estación de Sants sobre las 11:30. El tiempo justo para registrarme en el hotel y acudir al Palau de la Virreina donde nos han convocado para la foto de familia. En ese momento me llaman de la concejalía de cultura del ayuntamiento para comunicarme que la foto se ha suspendido. Empezamos bien. Tras dejar el equipaje en el hotel, para ubicarme, me acerco dando un paseo hasta el Palau donde, esa misma tarde, tendrá lugar la mesa redonda en la que participo. En las puertas me encuentro con Rosa Ribas, Fernándo Gómez Hernández y Willy Uribe a los que la desconvocatoria de la foto les ha llegado tarde. Ni cortos ni perezosos, nos hacemos nuestra propia foto de familia bien avenida. Faltaría más.


Llamo a Lorenzo Silva por si estuviese ya por Barcelona centro, para tomar unas cañas y charlar un rato. Me dice que sí, que está, pero que ha quedado a comer con unos amigos y me invita a unirme al grupo. Me da cierto apuro inmiscuirme en una reunión previamente concertada, pero Lorenzo insiste. Los amigos son gente encantadora y conocida al fin y al cabo: el genial David Barba, Alberto Fesser y algunos de los organizadores de Getafe Negro. Me apunto sin dudarlo. Estupenda comida, deliciosa mesa y mucho mejor sobremesa en La Habana. En torno a las 17:30 nos marchamos en dirección al Palau. Mi intervención está prevista a las 18:30 y la de Lorenzo justo después. En el Palau encuentro a Paco Camarasa pululando por todos lados —parece ubicuo este hombre—, pendiente de que no falte un detalle. También coincido con Raúl Argemí —una de las personas mas encantadoras y entrañables que he conocido en mi vida— y con Alfonso Mateo Sagasta, con quien había coincidido en un par de ocasiones pero con el que no había tenido ocasión de compartir charla. Junto con Gauke Andriesse —un holandes de lo más salado— conformamos el elenco previsto para la mesa redonda Variaciones en negro: nuevas propuestas, nuevos relatos.



Tras los saludos previos a varios de los asistentes —gracias, Empar Fernández, por asistir. Ya tenía yo ganas de saludarte en persona—, iniciamos la charla. Gauke, que para sorpresa de los presentes se maneja en un más que razonable castellano, abre la ronda de comentarios, para continuar por Alfonso y concluir con un servidor. La charla es dinámica, ágil, creo que entretenida. A pesar de no conocernos previamente, en la mesa surge la cordialidad y la complicidad, un sentimiento que creo trascendió a los asistentes. Argemí, en su impecable papel de moderador, incidió sobre los aspectos más representativos de las novelas de cada uno de nosotros. Fue una excelente mesa. Hubiésemos continuado hablando de mil y una cuestiones más, pero, por desgracia, el tiempo se nos echó encima sin darnos cuenta y la supermesa de los pesos pesados —Andreu Martín, González Ledesma, Lorenzo Silva, Juan Madrid y Alicia Gimenez Bartlett— debía comenzar. Al término de la charla, coincidí con Elena, la simpar Elena, amiga y lectora de Lorenzo y mía, y ambos presenciamos juntos la mesa siguiente. Estupenda exposición. Resultaba palpable la confianza y la complicidad entre los asistentes, todos perros viejos del oficio, y eso creaba en la sala un ambiente bastante confortable.


El acto final del día, una cena informal entre los autores de BCNegra, se llevó a cabo en La Capella, la capilla del antiguo Hospital de la Santa Creu, un lugar reconvertido en sala de exposiciones y actos culturales. Un espacio realmente impresionante. Pude al fin saludar y conversar distendidamente con gente a la que tenía muchas ganas: José Andrés "Cruce de Cables" Espelt, la guapísima y simpatiquísima Cristina Fallarás, la librera Montse Clavé, Andreu Martín, Alex Martín Escribá... Tras las presentaciones y los saludos de rigor, entre unos cuantos formamos un nutrido grupo bastante heterogéneo: Argemí, el inefablemente cordial Carlos Salem, Alfonso Mateo Sagasta —un tipo realmente extraordinario—, Lorenzo Silva, Gauke Andriesse —que a ratos iba y venía—... Allí, entre copas y risas, la fauna literaria reunida se dedicó a mover el bigote, charlar en animada compañía y despellejar a quien procediese, editores incluidos.




Consumida la noche en torno a la una de la mañana, nos fuimos despidiendo y marchando de allí. Unos, al hotel, a descansar; otros, a continuar la juerga. Conservaré como secreto del sumario en cual de los grupos me integré yo.

(Continuará…)

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4 comentarios:

Blogger Miguel Baquero ha dicho...

Me alegro mucho, colega. Espero que dentro de poco te incluyan a ti también en la mesa de los pesados, dicho sea sin segunda intención ;-D
Un abrazo

8 de febrero de 2009, 22:25  
Blogger Samantha Keyela ha dicho...

Menos mal que hay segunda parte,lobito. Espero que el resto de tue stancia en BCN fuera provechoso y divertido. Una de las cosas buenas del AVE es que se puede dormir con cierta comodidad bastante bien durante el trayecto...salvo que te toque cerca algún chusco o chusca que no pare de largar por el móvil a voz en cuello.
Abrazotes, y sigue con la crónica, plis.

9 de febrero de 2009, 0:35  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Qué bueno, Pedro. Quién pudiera estar allí viéndoos. ¡Encima estaban también allí Willy Uribe y Andreu Martín! He leído varias entrevistas y artículos de Willy y parece un gran tipo. Juro por Dios que no pasarán muchos días sin que me haya leído "Sé que mi padre decía" y "Revancha", que los tengo por casa.
Y de Andreu Martín qué decir, le debo tanto, cuando le leía en mi época preadolescente, más o menos al tiempo que empezaba a fabricar cierta sustancia corporal.
Por si leyera algún chavalín estas palabras: no dejéis de leer la saga de Flanagan, que Andreu escribió junto a Jaume Ribera. "No pidas sardina fuera de temporada" o "Todos los detectives se llaman Flanagan" me hicieron muy feliz en mis días de cole e instituto.

Un abrazo.

9 de febrero de 2009, 11:58  
Blogger Pedro de Paz ha dicho...

Algún día, Miguel. Algún día. :-)

Hay segunda y hasta tercera, querida Samantha. Una por cada día de presencia. Lo del AVE, un gran invento. Lo de sus usuarios es otro cantar. :-)

Unas gratísimas jornadas, Andima. Mucha gente guapa por allí. Pero guapa de verdad, no esos pedorros de beautiful people. Andreu, un encanto de persona.

Abrazos,
Pedro de Paz

9 de febrero de 2009, 22:35  

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