Crecimiento negativo
Domingo por la mañana. Suena el timbre de la puerta. Al otro lado del umbral aparece un hombre de edad madura, sobrepasada la cincuentena, que sostiene en las manos una carpeta con las tapas transparentes. De entre los papeles que porta destaca particularmente su documento nacional de identidad, ostentosamente visible. Frunzo el ceño. Ningún vendedor ni agente comercial va mostrando tal documento a modo de acreditación. El hombre me mira a la cara y traga saliva antes de comenzar a hablar. Se le ve algo apurado. En su rostro destella la derrota del que lo ha perdido todo y la resolución del que no le queda nada más que perder. Me pide disculpas por molestarme y me explica que pertenece a un grupo de empleados de una fábrica ubicada en un polígono cercano. La fábrica ha cerrado y ha declarado suspensión de pagos. Llevan seis meses sin cobrar, de litigio en litigio, tras los cuales el Fondo de Garantía Salarial ha decretado las indemnizaciones correspondientes. Extrae un documento de la carpeta, a todas luces auténtico, y me lo muestra junto con su DNI. Es la sentencia. En ella se reseñan las cantidades a percibir. Una auténtica miseria. Me cuenta que no sabe qué hacer, que con su edad lo tiene muy jodido para encontrar un nuevo trabajo y más con la que está cayendo, pero que el motivo de su visita es otro: hay familias de compañeros que están pasándolo realmente mal y entre todos han decidido hacer una «caja de resistencia» para socorrer a los más necesitados. Para ayudar a ello, sortean una mantelería y una colcha. Extrae un pequeño talonario y me ofrece comprar dos tiras de boletos. El número premiado será aquél que coincida con el del sorteo de la ONCE. Me pide, con humildad, que lo ayude y me agradece sinceramente el haberlo escuchado. Siento un nudo en la garganta. Me conmueve la resquebrajada dignidad que aquel hombre trata de sostener a duras penas. La situación me recuerda otras épocas, tiempos pretéritos de azar y necesidad en los que era común el encontrar en los trenes de cercanías a hombres y mujeres repartiendo entre los viajeros pequeños naipes que, en caso de coincidir con uno extraído al azar de una baraja mayor, obtendría como premio una figurita, un puñado de caramelos o un pequeño y estrambótico regalo. Medios de subsistencia precarios para tiempos precarios en los que la solidaridad, más allá de la ínfima recompensa que suponía erigirte en ganador del sorteo, era el único valor apelable. Tiempos duros. Tiempos perros.
Pero no. La consigna es que no estamos en crisis. Es una mera recesión técnica presidida por un periodo de crecimiento negativo.
La puta que los parió a todos.
Pero no. La consigna es que no estamos en crisis. Es una mera recesión técnica presidida por un periodo de crecimiento negativo.
La puta que los parió a todos.
Etiquetas: Crisis, Gobierno, Políticos y gente de mal vivir
8 comentarios:
Admirable la actitud de este hombre, un verdadero luchador. Y una pregunta, ¿qué ocurre con un sistema que presuntamente premia a los que trabajan y castiga sólo a aquellos que no lo hacen, que no se esfuerza?
Un abrazo.
Malos tiempos para la gente honrada
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
"La desaceleración económica" zapateril-solbesca es inversamente proporcional a su credibilidad, si es que alguna vez la tuvieron. Supongo que mentir es consustancial a la clase política, pero estos están haciendo buenos a los anteriores.
Saludos.
Hoy mismo me ha ocurrido algo parecido, Pedro, y me ha quedado un regusto amargo en todo el cuerpo. No sé si el hombre decía la verdad pero me da lo mismo, en mi conciencia queda poder ayudar en lo que buenamente puedo, mientras me cojo un enfado morrocotudo con los poderosos que están ganando pasta a tutiplen y se han olvidado de los que están abajo.
Ojalá todo cambie.
Eso digo Pedro, la puta que los parió, como manejan el lenguaje en función de sus intereses
Oye, Pedro, apunta uno en la lista de los que se han quedado enganchados con tu Saldaña. Una buena trama, sí señor. Estoy deseando estar un rato tranquilo para leerme lo poco que me queda.
Un abrazo
Admirable de verdad, Ángel. Hay que tener muchos arrestos para desnudar tu alma delante de un perfecto desconocido y hacerlo manteniendo la necesaria dignidad. ¿Que ocurre con un sistema como el que planteas? Que termina haciendo aguas. No me cabe la menor duda.
Siempre lo han sido, Miguel. La gente honrada siempre está en desventaja.
Y que usted lo diga, Angelus. "¿Y que estos hagan buenos a los anteriores?". Esa misma frase se la oí hace poco a un socialista de los de toda la vida, acérrimo militante.
Daf, en la mayoría de las ocasiones es preferible no pensar sino actuar según te dicte la conciencia. Puede que te engañen pero eso ya no será culpa tuya.
En efecto, D. Javier, en efecto.
Apuntado quedas, Miguel. Y no veas como me alegra.
Abrazos a todos,
Pedro de Paz
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