Mentiras completas y verdades a medias



martes, 9 de septiembre de 2008

Los grandes olvidados

Como autores marcaron un hito, reinventaron géneros e hicieron del ingenio, la agudeza y la sagacidad lingüística su marca de fábrica. Son los grandes olvidados. Conocidos como «la otra generación del 27», hoy su obra apenas se recuerda, eclipsada primero por ese prejuicio de considerar el humor un arte menor y después, por haber tenido la suerte o desgracia de haber vivido la época que les tocó vivir. Muñoz Seca, Miguel Mihura, Jardiel Poncela, Tono, Edgar Neville... Autores injustamente postergados al ostracismo, impulsores de un arte inspirado en la astracanada, el disparate, el género bufo, lo absurdo y el esperpento surrealista que llevaron a sus más altas cotas y que supieron dominar con una maestría que nadie jamás ha vuelto a albergar a excepción, quizá, de esos dos delirantes y magníficos discípulos aventajados que fueron Tip y Coll. Un humor blanco, elegante, agudo e inteligente no exento de ironía y feroz crítica, por desgracia, prácticamente inexistente a día de hoy.

De Jardiel Poncela, cuenta el director teatral Gustavo Pérez Puig una desternillante anécdota que demuestra el talante del autor no sólo ante su obra sino ante la vida misma. En un viaje a Estados Unidos, requerido por Edgar Neville para colaborar en la redacción de guiones para la Fox, Jardiel Poncela tuvo, como todo hijo de vecino, que cumplimentar el impreso que las autoridades conminaban a rellenar como paso previo a la entrada al país. Dicho impreso —que desconozco si sigue empleándose y si su contenido continúa siendo el mismo. Al menos, en el 87 lo era con muy pocas variaciones. Doy fe— figuraba, entre otras preguntas que no sabría si tildar de estúpidas o de excesivamente cándidas, la siguiente: «¿Accede usted a este país con ánimo de atentar contra la vida de su presidente?». Ni corto ni perezoso, Jardiel Poncela escribió en el formulario: «De momento, no». El revuelo causado fue bastante llamativo, con las autoridades aduaneras reteniendo y confinando al autor hasta que intervino el cónsul de España que, deshaciéndose en disculpas, explicó que se trataba de un autor teatral, reputado humorista y que lo reseñado en el formulario era una broma. Y a todo esto, Jardiel Poncela replicando por detrás: «No, no. De broma nada. Si no me hace nada, bien, pero si me hace algo, me lo cargo».

Así eran. Así fueron. Así serán. Por siempre.

PS.- A partir de hoy se pone a la venta El documento Saldaña. Motivo de júbilo y celebración. Al menos para mí, no les diré que no.

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8 comentarios:

Blogger Raquel ha dicho...

Leí hace muchos años en el autobiografía de Groucho Marx, y tu texto me lo ha recordado, que rellenando unos papeles para pasar una aduana, éste puso de profesión contrabandista y también se lío.

Besos,
Raquel

9 de septiembre de 2008, 11:28  
Blogger Miguel Baquero ha dicho...

En España siempre ha habido escritores de primera que han practicado el humor, pero tenemos, no sé por qué, un jodido prejuicio de considerar grande literariamente sólo aquello que es triste y desgarrado. No hace mucho, cuando yo era chaval y comenzaba a leer, todavía había muchos profesores que, sí, alababan el Quijote, pero miraban como punto en su contra el que, en el fondo, no era más que una novela humorística. Lo mismo pasaba con Quevedo, magnífico poeta, decían, desvirtuado por su afición a la chanza y a la burla.

Todavía hay muchos, muchísimos, que consideran que para escribir bien lo primero de todo, imprescindible, es ponerse solemne y trágico. Si no, siempre será una "obra menor".

9 de septiembre de 2008, 12:58  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Yo recuerdo de Poncela una obra en el teatro Español, "Los habitantes de la casa deshabitada". Me encantó. La guinda la ponía Martínez el Facha. Es decir, José Sazatornil("Saza"), ese actor tan cojonudo del cine y del teatro. Otro olvidado en el mundo del arte como los que tú nos cuentas, Pedro.

"El documento Saldaña" Me ahorro la lectura hasta el día de la presentación en la librería "Estudio en Escarlata". Para adquirirla allí mismo y que sea a un librero como Dios manda a quien le aporte beneficios.

10 de septiembre de 2008, 0:02  
Blogger Más claro, agua ha dicho...

Esta misma tarde, si la distribución no falla, espero tener entre mis manos el Documento Saldaña.

Como su lectura me enganche y esta noche no duerma, pediré indemnizaciones al autor o al maestro armero (al que pille antes ;-)

Enhorabuena por el trabajo y, a partir de ahora, suerte!!!

10 de septiembre de 2008, 10:06  
Blogger Ángel Gasóleo ha dicho...

Leyendo "La novela de un literato", de Cansinos Assens, se ve bastante claro, con referencias del autor a novelistas, poetas o dramaturgos que por aquel entonces eran tenían fama o triunfaban y ahora nadie conoce, o nadie se molesta en conocer.
¿Cuando es esa presentación?
Enhorabuena por el libro, ha sido divertido cada día ver cómo se descontaba un número en la cuenta atrás del blog.

Un saludo.

10 de septiembre de 2008, 19:01  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Iba a por "Los peces de la amargura" para regalar cuando, de pronto, algo me llamó la atención en el escaparate: allí estaba, entre "la reina oculta" y "la conspiración de yuste", en mi librería de cabecera de mi pequeña ciudad, alegre y confiada, de adoptables. ¡sin haberlo pedido cuarenta veces! Álvaro me dijo que había recibido hacía un rato 6 ejemplares. El mío era el segundo que vendía (me hace siempre descuento pero no debo decírselo a nadie). El primero, se lo había llevado la jefa de la biblioteca, mujer concienzuda donde las haya, que primero sólo compra un ejemplar y luego, si le gusta a ella, ya pide al peso. Reza lo que sepas, Lobo: si le entras por el ojo puedes ser uno de los autores más leídos de estos lares: Felisa lleva más de 50 años recomendando lecturas a grandes y pequeños. Desde mi punto de vista, siempre con gran acierto.

Ya comentaré: tengo 6 ó 7 libros prestados y, cuando los despache, me pondré con el tuyo.

Salud y saludos

10 de septiembre de 2008, 21:04  
Blogger Pedro de Paz ha dicho...

Querida Raquel: lo cierto es que las similitudes entre el humor de la mencionada generación y el de los hermanos Marx siempre me han resultado muy curiosas. Van más allá de lo que se ve a simple vista y destacan por una peculiaridad curiosa: ambos parecían llevar ese humor al ámbito privado más allá de su imagen de cara a la galería. No es que escribiesen o interpretasen de esa manera. Es que eran así. El gran Tono, tres horas antes de fallecer en un sanatorio, despidió a unas visitas diciendo "Perdonad que no os acompañe hasta la puerta, pero es que me estoy muriendo". Simplemente delirante. Y genial.

En efecto, Miguel. Resulta curioso comprobar cómo el humor siempre se ha considerado un género menor y, sin embargo, ninguno estamos dispuestos a renunciar a él. El tema merecería un estudio.

Ya lo dice el enunciado bíblico, Child: "dad de comer al hambriento, de beber al sediento y de vender al librero". Amén. :-)

Reclame, Eduardo, reclame. ¿qué desfachatez es esa de hacer perder horas de sueño? Aunque, sinceramente: espero que así sea. :-)

Ángel, la presentación al público espero que se haga hacia finales de octubre/principios de Noviembre. Ya lo comentaré por aquí cuando esté todo dispuesto.

No resulta mala compañía, Tapateque. Al lado de Molist y del amigo Víctor Fernández. Déle las gracias a Álvaro de mi parte por ubicarme en tan buen lugar. Espero que la novela sea de su agrado y, por lo que cuenta, rezo para que sea del agrado de Felisa.

Abrazos a todos,
Pedro de Paz

11 de septiembre de 2008, 17:39  
Blogger Samantha Keyela ha dicho...

Eran demasiado inteligentes para nuestros tiempos.
Saludos, lobo.

12 de septiembre de 2008, 11:01  

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