Recusaciones
Que González Sinde no sea la persona más adecuada para ostentar el cargo que le ha sido asignado no lo discuto. Por muchos motivos. Que uno de ellos sea su pública y manifiesta animadversión hacia las descargas incontroladas —note el lector que empleo el término «incontroladas» sin entrar en cuestiones acerca de su legalidad o, más bien, legitimidad— de contenidos en Internet es harina de otro costal. De un costal amoral que ni valora ni respeta el fruto del esfuerzo ajeno.
Quizá acudan voces acusándome de indocumentado tecnológico, de no tener ni idea de lo que hablo, de no tener consciencia ni entidad de lo que supone la Red. Pero antes de que muchos de los adalides de lo que se esconde tras ese espurio postulado que supone «la libre circulación de la cultura» supieran lo que era un MODEM, yo ponía de mi bolsillo el dinero y los medios para que la gente se comunicase libremente ejerciendo de backbone en una red de mensajería electrónica y lo hacía de forma altruista, por el mero placer de defender una idea en la que creía (Fidonet 2:341/52 para los curiosos). Yo he sido el cauce a través del que fluía información en varias redes telemáticas cuando en este país el acceso masivo a Internet era tan sólo una quimera. Yo he navegado con Mosaic y accedido a Compuserve como único camino para jugar en las ligas mayores de la información. Yo me he conectado a Internet a través de Trumpet Winsock.
Yo he plantado la semilla de esa sociedad de la información mucho antes, mucho más y con mucha más conciencia de lo que algunos pelagatos a los que se les llena la boca de socialización cultural lo harán durante el resto de su vida.
Y pudo asegurar que no resulta agradable contemplar como determinadas personas prostituyen y bastardean el noble concepto en el que yo empleé nueve años de mi vida.
Que no me vengan con hostias.
Quizá acudan voces acusándome de indocumentado tecnológico, de no tener ni idea de lo que hablo, de no tener consciencia ni entidad de lo que supone la Red. Pero antes de que muchos de los adalides de lo que se esconde tras ese espurio postulado que supone «la libre circulación de la cultura» supieran lo que era un MODEM, yo ponía de mi bolsillo el dinero y los medios para que la gente se comunicase libremente ejerciendo de backbone en una red de mensajería electrónica y lo hacía de forma altruista, por el mero placer de defender una idea en la que creía (Fidonet 2:341/52 para los curiosos). Yo he sido el cauce a través del que fluía información en varias redes telemáticas cuando en este país el acceso masivo a Internet era tan sólo una quimera. Yo he navegado con Mosaic y accedido a Compuserve como único camino para jugar en las ligas mayores de la información. Yo me he conectado a Internet a través de Trumpet Winsock.
Yo he plantado la semilla de esa sociedad de la información mucho antes, mucho más y con mucha más conciencia de lo que algunos pelagatos a los que se les llena la boca de socialización cultural lo harán durante el resto de su vida.
Y pudo asegurar que no resulta agradable contemplar como determinadas personas prostituyen y bastardean el noble concepto en el que yo empleé nueve años de mi vida.
Que no me vengan con hostias.
Etiquetas: Caradura, miserables
8 comentarios:
Este nombramiento trae consigo -dicen - grandes polémicas en la red. Los internautas andan de uñas y dientes contra la nueva "carterista" y, aunque yo soy un completo ignorante en esto de la WWW, puedo entender que muchos usuarios se agarren los machos ante las previsibles cortapisas a sus "derechos" de adquisición cibernética. Sin embargo, aunque les pese a muchos supuestos perjudicados, no debemos olvidar que detrás de toda creación hay un creador y que, en muchas ocasiones, una usurpación de sus derechos es un daño demasiado elevado, y como tal, no se debiera permitir.
No sé de cánones, ni de SGAE, ni de copias privadas -vaya por delante mi desconocimiento-, pero creo que falta debate. O derecho.
La competencia o no de los nuevos ya se demostrará más adelante. Motivos habrá de sobra para criticarlos. Sin duda, ya se encargarán ellos mismos de facilitarlos.
Un abrazo fuerte.
P.S.- Por cierto, la mitad de la entrada -al menos -, no la he entendido. Programas, protocolos, redes y tarambainas similares me son ajenas. Soy demasiado burro para abarcarlas.
No quiero ver cómo explicas esto en directo (cara de tusto...), jajjaja.
¿No la han apodado ya "la sindescargas"??
Por cierto, ya te he dicho que me gustan tus etiquetas ¿verdad? Verdad. Pues eso.
Beso
Qué me vas a contar a mí... Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la oscuridad más cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia.
Lo siento, es que tus palabras me lo han recordado.
Un abrazo,
Jorge
GLR, los internautas andan de "uñas y dientes" con el nuevo nombramiento y con Santa Teresa de Jesús si fuese ella la que viniese a hacerse cargo del ministerio. La jugada de los internautas siempre ha estado muy clara: el coste de la Cultura -porque aunque la Cultura deba ser de acceso libre, tiene un coste, no te quepa la menor duda. Libre no quiere decir gratuita salvo para cuatro gilipollas-, que lo asuma otro. Esté quien esté en el gobierno, en el ministerio, en la SGAE o en el Vaticano. Y ya lo que es mear fuera del tiesto es la tendencia general de que ese coste lo asuma el que ya ha llevado a cabo el esfuerzo intelectual de crear dicha cultura, es decir, el autor. Eso, en mi pueblo, suele referirse con un jocoso remoquete que habla de putas y de poner la cama.
Querida Ella: no es tan fiero el león como lo pintan. Y tú lo sabes, malosa :-)
A punto estuve, Jorge, de añadir ese texto... Pero quedaba poco formal. :D
Abrazos,
Pedro
Perdona, mon ami, pero no me había percatado de que habías escrito todo esto por mí, o al menos usándome como excusa (no había leído tu respuesta de más abajo) y no me había dado por aludido.
Un poco pasmado y anonadado sí que me has quedado, al sentirme víctima del “fuego amigo”, pero no entro al trapo: esta no es mi guerra y bastante tengo con las propias.
Soy cristiano viejo, honrado y prudente (pelín visceral, la verdad, como tú) que “a mi trabajo acudo, de mi dinero pago el pan que me alimenta y la mansión (licencia poética) que habito, el techo que me cubre, el lecho en donde yago, los libros que leo, las pelis que veo y la música que escucho. No frecuento demasiado las bibliotecas (los libros me los compro) ni tengo manglanillo de mp3 (en la calle y en el campo me gusta oir el sonido ambiente) y voy casi todas las semanas al cine (cine-cine) al menos una vez ¡Soy un chollo para los autores que me gustan! ¡De lo que no va quedando! ¡Si ni siquiera me he atrevido a pedirte “El hombre que mató a Durruti, a pesar de tus amables insinuaciones porque me parece un abuso descarao! (Dany Flaco no lamentará jamás que yo lo haya encontrado fortuitamente en Internet, como tampoco tú tenías motivos para arrepentirte de lo mismo) Admitiré ciertos pecados (veniales, creo yo) por los que apelo a la clemencia del tribunal como fusilarme alguna rareza de los amigos con el Nero o hacer copia de mis joyas más preciadas para que no se me jodan en el coche por las inclemencias del tiempo. También algunas fotocopias de algunas páginas de libros, pero éstas por motivos laborales entre cuyas tareas se incluyen difundir, propagar, enaltecer y animar a la lectura de los grandes autores de la literatura, el arte y las ciencias (creo que voy a excluir de esta categoría a los que lleven muertos menos de 100 años a no ser que ellos o sus herederos me compensen por la publicidad que hago a sus productos ).
Por lo demás, mantengo lo dicho: no hay manera de conseguir algunos libros, algunos discos y algunas pelis (“La Soledad” por ejemplo, premio Goya 2007 a la mejor película, no estuvo en cartel ni una semana, y en poquísimas salas. No la he visto) porque no se han reeditado, están descatalogados o a las distribuidoras no les da la gana permitir que lleguen a todas las salas, salvo a través de Internet, la mula y similares, pero que conste que yo NI SIQUIERA TENGO INSTALADA LA MULA O SIMILARES entre otras cosas porque me da pánico permitir que nadie acceda a mis archivos. Por eso también no compro nada por Internet, ni doy mis números de tarjetas, ni realizo operaciones bancarias (paleto que es uno, qué se le va a hacer).
Lamento que, a los creadores de la red, os saliera un producto con efectos secundarios. Lo mismo le pasó al Dr. Frankestein cuando comenzó a experimentar con los trasplantes de órganos y, a pesar de todo, ¡hay que ver la cantidad de vidas que han salvado (o prorrogado, porque todo el mundo se acaba muriendo) los trasplantes!.
Detesto a los chorizos en general, sean políticos, promotores inmobiliarios, banqueros, empresarios o internautas. Pero me hace mucha gracia que tipos como, en otros tiempos, mi admirado Sabinas, que entre todas las vidas escogía la del pirata cojo, que pedía un busto en plena Gran Vía para el Dioni o clamaba ¡mucha, mucha policía! se ponga a echar pestes contra Internet y a levantar la ceja cuando le tocan sus cuestiones. Sin contar a toda esa caterva de cómicos de la legua que hace dos días proclamaban que la propiedad privada era un robo mientras hacían coros a Paco Ibáñez cuando cantaba “Si en la calle corre un ladrón Y a la zaga va un ricachón Zancadilla doy al señor Y he aplastado el perseguidor” y ahora quieren colgar a todos los piratas del palo mayor.
No menos gracia me hacen toda esa panda de mindundis que, antes de Internet, se proclamaban autores malditos, incomprendidos, adelantados a su tiempo, por encima de todo el mundo mundial que no los compraba ni una escoba porque somos unos ignorantes que no nos los merecíamos… y ahora pretenden hacer creer que, si no venden, es porque todo el mundo se descarga sus obras de Internet, por el morro.
Sin apasionamientos ni ganas de polemizar, creo que Internet hace más bien que mal a la cultura de verdad. Lo que los chavales se descargan con la mula no son precisamente “Los sonetos de Shakespeare”, “el réquiem de Verdi” o “el sétimo sello”. Yo también he visto cosas que vosotros no veréis. He visto discos duros (ni míos, ni de ningún pariente o amigo mío, que conste) de tropecientos gigas atiborrados de cagajones de emula que no valía lo que vale el canon de dicho disco duro, y que yo no vería, ni oiría (siento desilusionarte, pero de leer no había nada) ni aunque me pagaran. Internet puede que haga daño a la industria del ciberentretenimiento pero no demasiado a la cultura. Y los autores y ministras de cultura lo que deberían hacer, creo yo, es adaptarse a los nuevos tiempos y nuevos instrumentos de difusión, buscar formas de rentabilizarlos y no oponerse a Internet, porque es una batalla que tienen perdida. No se pueden poner puertas al campo Y en cualquier caso, creo que el genio creador se abrirá camino como siempre ha hecho, incluso cuando la amenaza no era Internet sino la cárcel, la hoguera, la tortura o el destierro.
De la ministra de Cultura lo que espero es que se ocupe de eso, de la Cultura, y de que todos los ciudadanos tengan acceso a la misma en condiciones de igualdad y de equidad. No de los intereses de las discográficas, distribuidoras cinematográficas y editoriales y otras industrias de entretenimiento (intereses legítimos, sin duda, pero intereses privados al fin y al cabo). No me molesta el canon (supongo que es una manera de redimir esos pecados que todos acabamos cometiendo) pero sí los argumentos que emplea la ministra para defenderlo: “sólo son unos céntimos”. ¿No te jode? ¡sólo son unos céntimos lo que me pide el gorrilla en el aparcamiento de mi casa (se los doy para que no me raye el coche) y no sabes lo que me jode dárselos!.
Por último, si por culpa de la piratería el Coelho se tiene que empollar uno de sus propios libros de autoayuda para superar la depresión, o al Dam Brown se le llevan los ángeles o los demonios, o los triunfitos se tienen que hacer un curso de formación profesional acelerada para dedicarse a algo de provecho, o los chicos de “mentiras y gordas” (la he visto y la he pagado por tres vías: entrada, subvención y canon) aprovechan el paro para tomar unas clases de dicción y unas sesiones de logopedia, o cae en picado en caché de Hannah Montana, o cierra toda la industria de videojuegos (la que te hace sentir un marine descerebrado despanzurrando a todas las hordas del eje del mal), o “los pagafantas” (he visto el trailer, no me la he descargado, lo juro) no recauda ni para tomarse un refresco a pesar de las subvenciones que les caigan a sus creadores… aunque no desee mal a nadie, aunque todo sea “kurtura”, francamente, mon cheri, me importa un huevo (y un bledo también).
Y hasta aquí hemos llegado. Como todo lo multidimensional, el tema tiene distintos puntos de vista. Aquí te dejo otros relacionados, de alguna manera con quién roba a los creadores, además de los piratas.
Perdona por el abuso en la longitud de la respuesta. No se volverá a repetir.
´La piratería acabará con la soberbia y la arrogancia de las discográficas´ (Amaral)
http://www.diariodemallorca.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2009041800_9_455419__Actual-pirateria-acabara-soberbia-arrogancia-discograficas
"Sigo pensando, con matices, que el problema del cine español no es la piratería, sino la falta de talento”. (Joan Marsé)
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Marse/perlas/escritor/anomalo/elpepucul/20090420elpepucul_5/Tes
“La SGAE reparte el 75% de sus fondos entre el 1’73% de los autores”
http://www.libertaddigital.com/internet/la-sgae-reparte-el-75-de-sus-fondos-entre-el-173-de-los-autores-1276356945/
“Un escritor sólo recibe entre el 1 y el 5% del precio de un libro. Sólo Stephen King y García Márquez ganan de 8-10%.”
http://es.answers.yahoo.com/question/index?qid=20070521181806AA7c0wD
“La Industria del Porno está muy esperanzada con el nombramiento de la nueva ministra de Cultura” (al parecer, el porno también es Kurtura)
http://www.elconfidencial.com/cache/2009/04/20/salud_35_gatillazo_porno_espanol.html
Estimado Trancos:
Lamento que te hayas sentido aludido de una forma tan directa porque te aseguro que no era esa mi intención original. Y te pido disculpas si te has sentido ofendido en lo personal por mis palabras. Mi propósito no era puntualizar casos concretos sino comentar una falacia cada vez más extendida en Internet: la cultura del “Gratis Total” empleando como mascaron de proa el noble argumento de que el acceso a la idem deba ser libre. Confundir los términos libre y gratuito tiene lo mismo de necedad que confundir valor y precio. Y no porque yo sea partidario de ponerle un precio a la cultura sino porque, como indico en mi comentario anterior, no es que esta tenga un precio, sino que tiene un coste. Y ese coste debe ser sufragado. Las horas invertidas, el esfuerzo creativo... todos esos conceptos deben ser sufragados. En algunos casos como incentivo para que el autor continue con su labor, en otros, porque hay que llenar la cesta de la compra por muy bohemia, loable y altruista que sea la labor que desempeñas. Porque el sudor del trabajo de un autor es tan respetable como el de cualquier otra profesión. Y si lo que se persigue es que el acceso a la cultura sea lo más extenso y barato posible, quizá haya que cambiar las normas del juego, pero la solución no pasa por obviar ese coste en aras de ideales espurios que pasan por omitir la recompensa que el autor se ha ganado por derecho propio. La gente carga las tintas contra los ladrones de las discográficas o la gestión de la SGAE, pero yo no hablo del Canon ni del reparto que las sociedades de gestión hagan de lo que puedan recaudar. Hablo de algo que —sorprendentemente— mucha gente desconoce: un autor cobra a porcentaje sobre unidad vendida (aunque mucha otra gente chupe también de esa unidad). No hay ventas, ergo, el autor no cobra. ¿Qué con ello chupan otros trescientos del bote que son contra los que se pretende actuar? Es posible, pero recordemos que una cadena se rompe siempre por el eslabón más débil que, en este caso, es sin duda alguna el autor. Y no, no estoy hablando de Alejandro Sanz, Bisbal, Pérez Reverte o Ruiz Zafón. Resulta evidente que esos no son el eslabón más débil. Ni siquiera forman parte de la cadena. Me estoy refiriendo a que por cada Alejandro Sanz o por cada Antonio Gala hay 500 autores que simplemente subsisten con su trabajo y que la posibilidad de retirarse a una mansión de Miami lo consideran una coña marinera de su interlocutor y un insulto a su inteligencia. La prueba es muy sencilla. Tratar de recitar de corrido 10 escritores superventas. ¿A que nos quedamos sin fuelle en torno al sexto o el séptimo? Pues bien, CEDRO tiene afiliados y reconocidos 8500 autores. El día que todos ellos se compren su pertinente mansión, nos va a faltar Miami para tanto creador.
Y en efecto, Dani Flaco jamás lamentará que hayamos encontrado en Internet una muestra de su trabajo que él, libremente y sin ningún tipo de presiones, ha decidido poner a disposición de los demás. Su postura es mi loable y tiene todo mi respeto y mi reconocimiento por ello. Lo que lamento es que la postura del que piensa lo contrario y voluntariamente no desea ser partícipe de tal circunstancia no se considere igual de loable y plausible. Porque esto ha acabado siendo un juego del “sí o sí digas tú lo que digas”. Y eso es lo que me subleva.
Abuso, ninguno. No sólo espero que se vuelva a repetir —sobre este o sobre cualquier otro tema—, sino que tus opiniones, sean favorables o contrarias, siempre serán bienvenidas. Pocas veces encuentra uno la oportunidad de debatir sobre este tema de una forma tan razonada y razonable. Y yo reconozco que suelo ir con la escopeta cargada más a menudo de lo que desearía. Reitero mis disculpas.
Un fuerte abrazo.
Disculpas aceptadas, PdP, si tú aceptas las mías: en el ranking de gente visceral ocupo un puesto bastante destacado (a veces logro colarlo por "pasional y polemista" :D )
Respeto totalmente el contenido de tu entrada, lo comparto en gran medida y comprendo tu reacción como autor que eres. Mi mosqueo vino de la combinación de las etiquetas + la invitación a entrar al trapo de más abajo. Conclusión: me di por aludido, aunque no fuera tu intención aludirme.
Un abrazo y pelillos a la mar.
Estamos en igualdad de condiciones, querido Trancos. Nada que perdonar, nada que reprochar.
Abrazos,
Pedro.
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