El olor de la carroña
La pasada semana una niña de tres años fallecía en Tenerife tras ser ingresada en el hospital. Un primer parte de lesiones estimaba que la pequeña había sufrido abusos sexuales y una sistemática paliza que le había provocado varias lesiones de severa gravedad de las que finalmente no se repuso. A raíz de esta información fue detenido y puesto a disposición judicial el actual compañero sentimental de la madre acusado de abusar y golpear a la niña.
Un examen médico posterior determinó que la pequeña no había sufrido abusos sexuales. Ahora, la autopsia ha determinado que las lesiones que presentaba la niña son compatibles con las producidas de forma accidental al caerse de unos columpios, tal y como habían declarado desde el principio tanto el acusado y la madre de la niña.
Mientras tanto, habíamos crucificado a un no culpable.
Bien es cierto que resulta muy complicado mandar sobre los sentimientos personales. Que, de forma instintiva, uno tiende a desearle el peor de los males a cualquier malnacido capaz de llevar a cabo una barrabasada de ese calibre porque es consciente de que tamaños hijos de puta corren sueltos por el mundo. Y también sabe que, por desgracia, muchas —una gran parte— de las acusaciones de similar calado que salen a la luz terminan confirmándose como ciertas. Por eso, como digo, contra la repulsa personal derivada de los sentimientos y el instinto no se puede luchar.
Contra los titulares falaces, sí.
Porque lo que resulta del todo inadmisible es que desde un titular se juzgue y se sentencie. Porque un periodista de verdad debe luchar contra viento y marea por la veracidad de lo que publica. Porque titulares como estos debería causar la suspensión para el ejercicio del periodismo.
Aún no he visto a nadie pedir disculpas a cinco columnas, en la misma forma y formato en la que se acusó. Todo lo más, un pequeño recuadro de rectificación en el que achacan el error «a los datos del primer informe médico». Por supuesto, jamás a la prensa.
Ya no es «La mirada del asesino de una niña de tres años». Ahora ha pasado a ser «presunto agresor».
Vergonzoso.
Un examen médico posterior determinó que la pequeña no había sufrido abusos sexuales. Ahora, la autopsia ha determinado que las lesiones que presentaba la niña son compatibles con las producidas de forma accidental al caerse de unos columpios, tal y como habían declarado desde el principio tanto el acusado y la madre de la niña.
Mientras tanto, habíamos crucificado a un no culpable.
Bien es cierto que resulta muy complicado mandar sobre los sentimientos personales. Que, de forma instintiva, uno tiende a desearle el peor de los males a cualquier malnacido capaz de llevar a cabo una barrabasada de ese calibre porque es consciente de que tamaños hijos de puta corren sueltos por el mundo. Y también sabe que, por desgracia, muchas —una gran parte— de las acusaciones de similar calado que salen a la luz terminan confirmándose como ciertas. Por eso, como digo, contra la repulsa personal derivada de los sentimientos y el instinto no se puede luchar.
Contra los titulares falaces, sí.
Porque lo que resulta del todo inadmisible es que desde un titular se juzgue y se sentencie. Porque un periodista de verdad debe luchar contra viento y marea por la veracidad de lo que publica. Porque titulares como estos debería causar la suspensión para el ejercicio del periodismo.
Aún no he visto a nadie pedir disculpas a cinco columnas, en la misma forma y formato en la que se acusó. Todo lo más, un pequeño recuadro de rectificación en el que achacan el error «a los datos del primer informe médico». Por supuesto, jamás a la prensa.
Ya no es «La mirada del asesino de una niña de tres años». Ahora ha pasado a ser «presunto agresor».
Vergonzoso.
Etiquetas: Mentiras, miserables, Prensa
15 comentarios:
¿Qué te esperabas del ABC? ¿Veracidad e imparcialidad?
Tienes toda la razón, Pedro. Parte de la culpa también la tendrán los médicos que informaron de las lesiones, que se hablaba de quemaduras, cuando luego fueron alergias o algo así....
Tendemos a hacer juicios rápidos y en algún caso (o muchos) pueden ser errados.
Efectivamente, disculpas de la prensa y de los médicos, creo yo.
En todo caso, la niña está muerta. Eso es lo grave e irremediable.
Ciao.
Vergonzoso y lamentable. Como lo que pasó hace unos años con la supuesta asesina de Rocío Vaninkoff: con todo aquel circo mediático, ¿alguien se creía que la acusada podía ser declarada otra cosa que culpable?
Rubén, lo del ABC es un botón de muestra. Ha habido bastantes medios -sobre todo televisivos- que se han comportado de forma igual de vergonzosa.
En efecto, MARFIL, la auténtica tragedia es la muerte de la niña. El resto es simplemente oprobio. Pero no por ello menos lamentable.
Hombre que rie, en este caso concreto, la respuesta personal de cada uno es, hasta cierto punto, natural, estando tan sensibilizados como estamos con este tipo de asuntos. Pero una respuesta personal no tiene el alcance ni la trascendencia de un medio de comunicación. Hay que tener mucho cuidado con estas cosas.
Saludos.
Como bien apuntas, lo más trágico es la muerte de la niña. Lo demás, una muestra más de periodismo irresponsable. En todo caso, esto no es patrimonio exclusivo del ABC porque, por poner un ejemplo, en Público y El País yo me encontré con viñetas de un antisemitismo equiparable al desplegado por Der Stürmer.
En cualquier caso, la gente lee poco y además, olvida enseguida.
Del medio televisivo mejor ni hablar porque ahora está de moda llevar a los delincuentes al plató y pagarles generosamente por sus intervenciones. Cualquier día, no te extrañe que terminen emitiendo amistosos careos entre violadores y víctimas. En estos tiempos de retroceso de la inteligencia y los códigos morales, la televisión se afianza en su papel de perverso multiplicador de perversas conductas.
Un saludo.
Está claro, Guido, que el error no corresponde a uno sólo, que no hay un único culpable. Se equivocaron los facultativos al apreciar a la ligera unas lesiones que no existían; se equivocó la Benemérita al emitir demasiado pronto un comunicado con información errónea -lo de ser el primero en colgarse las medallas es una lacra-; nos equivocaomo todos por creer a pies juntillas lo que se nos decía, sensibilizados como estamos con un asunto tan trágico...
Pero ni los facultativos ni los beneméritos ni nosotros lanzamos un titular de alcance nacional y a cinco columnas llamando asesino a una persona.
Sí, tienes razón y además se la circunstancia de que, si la acusación va en primera plana, la rectificación irá en la 17 y en letra pequeña.
Ahora, al acusado, le queda el consuelo de querellarse, enredándose en demandas y sabiendo que su honor nunca será restituído del todo.
Un saludo
Lo malo es la sensación de estar todos y siempre bajo sospecha. Para los medios, la gente (salvo los políticos) es culpable hasta que demuestre su inocencia. Lo que prima es la presunción de culpabilidad. "Piensa mal y acertarás", dice el refrán.
Y los daños colaterales, el miedo que va arraigando en los adultos (padres, maestros, cuidadores, educadores, médicos, niñeras...)que han de tratar con niños: miedo a tener un gesto de ternura con ellos no te acusen de pederastia, a no llevarlos corriendo al médico(y este ordenar una resonancia) cada vez que se quejan no vayan a tener algo malo y se te caiga el pelo por negligencia, a amonestarlos o reñirlos no te acusen de malos tratos (los malos tratos físicos están muy claros, pero los siciógicos están al albur del criterio de un juez, un sicólogo o de una asistenta social). Tras algunos casos (penosos e irrecuparables para los acusados, aunque las sentencias judiciales hayan sido favorables a estos) los pocos maestros varones de Ed. infantil que había se están pasando en masa a etapas educativas más altas: a los pequeñitos hay muchas veces que limpiarlos el culo, recolocarlos la ropa y hasta cambiarlos (en la inmensa mayoría de colegios públicos no hay cuidadoras y ha de hacer estas tareas el profesorado) y si esos menesteres son ya poco penosos de por sí encima alguien pueda pensar que lo haces con lascivia, pues apaga y vámosnos. Por la misma razón, el profesorado ha dejado de gestionar los comedores escolares (los niños ya no comen comida recienhecha, casera, sana y reciente, elaborada en el propio centro. Las empresas de catering las sirven plastificadas, recalentadas y precocinadas) por el miedo a que un niño se clave una espina, se trague un hueso, se coja una cagalera o la sopa que sirves a un musulmán lleve caldo de cerdo o las galletas manteca y te empapelen de mala manera. A los medios, que sólo se acuerdan de la escuela al principio de curso (lo que se gasta la gente en equipar a la prole) al final (qué hacer con lasa criaturas y a quien endiñarselas durante las vacaciones) y cuando se produce una situación escandalosa del tipo de las mencionadas y unos padres neuróticos y un abogado desaprensivo encuentre una vía para sacar tajada.
Ahora también les está tocando a los propios padres, sobre todo en procesos de separación, cuando el trato a los hijos se convierte en moneda de cambio y la custodia en una fuente de ingresos por manutención o la propiedad de una vivienda familiar. Como me decía alguien, "no me atrevo ni a hablar con mis hijos si no es en presencia de mi abogado"
Un principio de la Justicia, generalmente tan mal entendida como venganza en lugar de reparación, es que es preferible que un culpable quede libre antes de que un inocente sea condenado.
No hay peor injusticia que la de este último supuesto y el ABC debería de pagar por ese titular infame, si no voluntariamente, que no lo hará, al menos cumpliendo una resolución judicial al respecto.
Mala cosa el que socialmente no hayamos superado aún la Ley de Lynch.
Magnífico comentario, amigo PEDRO.
Esta y muchas otras injusticias se evitarian si una ley prohibiera fotos y nombres de detenidos.Tu comentario estupendo como todos los tuyos.
Trancos, no seré yo el que diag que no deba velarse por la seguridad y el bienestar del indefenso, particularmente de los de menor edad, pero la sobreprotección en determinados ámbitos hace tiempo que comenzó a ser un problema serio. Hemos pasado del aquí están mis cojones a cogérnosla con papel de fumar. Y así nos va cómo nos va.
Gracias, amigo Lindo Gatito. Bienvenido a este rincón.
En teoría, Intrigado, creo que se prohiben si sólo se trata de un detenido y no de condenado en firme. De ahí que aparezcan en muchas ocasiones las iniciales. Pero no lo sé a ciencia cierta. Trataré de enterarme. Gracias por el elogio.
El prevenir,poner medios, andar encima de una sospecha no es malo. El problema, en este caso, como en muchos otros, es el de siempre: la lengua muy larga y la falda muy corta que tiene esta sociedad tan vanguardista, tan progre, tan a la caza de la noticia y la medalla,tan de doble moral.
El deseo de mover y agradar a las masas sin medir absolutamente las consecuencias.
El colgarse medallas a costa de cualquiera.
Es evidente que los que pasaron la información a los medios tenían su prisa y que los daños colaterales les importaban un pimiento.
La presunción de inocencia se aplica cuando no se tiene que aplicar, para muestra el trato que tiene más de un asesino confeso, más de un estafador de arcas municipales...
Y, que quede claro que bajo estos fallos también se amparan los que realmente comenten atrocidades iguales o semejantes a las que se le imputaban a este pobre chico.
La prensa está obligada a contrastar, a ser objetiva, para ello tendría que guardar silencio hasta comprobar los hechos de una manera fidedigna, pero ya sabemos que aquí nadie cierra la boca si hay noticia de por medio, sea ésta cual sea y tenga la repercusión física, emocional... que tenga. Lo de menos es la persona. Me río yo de lo de presunto. Presunto a un confeso, no presunto a un inocente... Presuntamente parece la tirita para tapar los agujeros de todos, por donde, evidentemente, el sistema deja escapar su mierda.
ah!!! y, como siempre, Pedro: magnífica tu entrada, es una adicción leerte:)
Me pregunto que estará pensando la chusma que insultó a Diego P V a las puertas de la cárcel. Ahora sólo nos queda ver como, al igual que otras veces, todos mirarán para otro lado, nadie asumirá ninguna responsabilidad ni pedirá disculpas por lo sucedido (el equipo médico, la Guardia Civil, los periódicos), y al final los únicos que habrán sufrido en este desgraciado asunto serán la niña, su padre y el resto de sus familiares.
Totalmente de acuerdo, Pedro. Yo también pensaba haber escrito algo sobre el tema. No sé si lo haré. Estos últimos días he buscado la portada de ABC, para ver si rectificaban con la misma contundencia que señalaban. Pero no. Son los tiempos de las prisas, ¿sabes? Aquí gana el primero que llega a dar la noticia, y eso no tiene por que significar siempre la verdad.Una vergüenza, vaya.
Un abrazo,
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio