Jirones de nostalgia
(A Jorge Alonso de Armiño, que se marchó en contra de su voluntad. Y de la nuestra).
Hoy
entre brumosos jirones de nostalgia
han regresado a mi memoria
aquellas memorables tardes
de humo, sudor, rabia y rock and roll.
Todos apiñados en el local de ensayo
haciendo ruido como demonios
y tú, golpeando la batería
como si la vida te fuese en ello.
Éramos felices
con muy poco, a nuestra manera.
No pedíamos tanto.
Tan sólo unas breves dosis de música,
unas cervezas, unas risas
y una noche cálida y estrellada
que cobijase nuestras ilusiones al término de la velada.
Dicen
que Dios no juega a los dados.
Es cierto. Estoy convencido.
No juega a los dados.
El muy cabrón juega al poker.
Y lo hace con cartas marcadas.
Porque, al final, la vida no te fue en ello.
Simplemente, la muy hija de puta,
se marchó a traición una turbia noche de marzo.
Y borró de un demoledor golpe todos tus sueños
desgarrando a su vez los nuestros.
Nos privó a todos de placeres necesarios.
A ti, de ver crecer a tus hijos.
A nosotros, de continuar disfrutando de tu insustituible presencia.
Todos salimos perdiendo
en aquel trágico lance
que nadie pudo siquiera imaginar.
Jamás.
Y aquí seguimos.
Echándote de menos
entre brumosos jirones de nostalgia.
Hoy.
Siempre.
Hoy
entre brumosos jirones de nostalgia
han regresado a mi memoria
aquellas memorables tardes
de humo, sudor, rabia y rock and roll.
Todos apiñados en el local de ensayo
haciendo ruido como demonios
y tú, golpeando la batería
como si la vida te fuese en ello.
Éramos felices
con muy poco, a nuestra manera.
No pedíamos tanto.
Tan sólo unas breves dosis de música,
unas cervezas, unas risas
y una noche cálida y estrellada
que cobijase nuestras ilusiones al término de la velada.
Dicen
que Dios no juega a los dados.
Es cierto. Estoy convencido.
No juega a los dados.
El muy cabrón juega al poker.
Y lo hace con cartas marcadas.
Porque, al final, la vida no te fue en ello.
Simplemente, la muy hija de puta,
se marchó a traición una turbia noche de marzo.
Y borró de un demoledor golpe todos tus sueños
desgarrando a su vez los nuestros.
Nos privó a todos de placeres necesarios.
A ti, de ver crecer a tus hijos.
A nosotros, de continuar disfrutando de tu insustituible presencia.
Todos salimos perdiendo
en aquel trágico lance
que nadie pudo siquiera imaginar.
Jamás.
Y aquí seguimos.
Echándote de menos
entre brumosos jirones de nostalgia.
Hoy.
Siempre.
Etiquetas: Personal e intransferible
6 comentarios:
Emotivas palabras, Pedro. Y la canción es cojonuda. El solo del final es flipante ¿De quién es el tema?
Rufus
Uno de los mejores homenajes que puedes hacer: vertiendo tu corazón en cada línea.
Lamento tu pérdida.
Un abrazo.
Gracias, Rufus. El tema lo compusímos un grupo de amigos que, hace un tiempo, nos juntábamos para tocar y pasarlo bien. La batería es de Jorge, la persona a la que van dirigidas esas palabras. La guitarra solista es de otro miembro del grupo, Angelotti, que de cuando en cuando se pasa por aquí. Le agradará conocer tu opinión. Y sí: el solo es la hostia.
Gracias, GLR. Dicen que con el paso del tiempo todo se cura. A mí se me hace cada vez más cuesta arriba.
Abrazos,
Pedro de Paz
"Colorao" me estáis poniendo... no es para tanto. La verdad es que el tema fue surgiendo poco a poco (Pedro, creo recordar que tú lo empezaste con unos arpegios...) y el solo también fue surgiendo poco a poco. De hecho, este es el embrión de lo que acabó siendo. La pena fue no llegar a grabarlo con la letra que Jorge le puso: "balas en el tambor".... quizá algún día tengamos ánimo para poder rendirle ese homenaje. A él le gustaría, seguro. Y aunque duela, quizá entonces se nos empiece a hacer un poco cuesta abajo...
Un abrazo,
Angelotti.
Es una lástima que la letra no se entienda. La canción mola un huevo. Sonáis bastante bien.
PD: No sé si me recordarás, Pedro. Soy Enric, el de Barcelona. Un abrazo.
Por supuesto que te recuerdo, Enric. Gracias por las amables palabras que dedicaste a El documento Saldaña. Es normal que la letra no se entienda. En el momento en el que se grabó, el tema no tenía aún letra y empleabamos lo que los ingleses llaman Gibberish con el fin de entonar una melodía, pero su pronunciación carece de sentido. Simplemente sonaba bien.
Gracias, Lotti, por pasarte por aquí. Y de "colorao", nada. El mérito es el mérito. :-)
Abrazos,
Pedro de Paz
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