Prueba de ¿vida?
Leo en la prensa la noticia de la huida de Oscar Lizcano, excongresista colombiano prisionero de las FARC desde hacía ocho años. Un nuevo éxito tras el rescate en fechas recientes de Ingrid Betancourt. Me alegro por ellos.
Cierro el periódico. Trato de imaginarme hasta donde me es posible sus circunstancias durante todo ese tiempo de cautiverio y tiemblo sólo con pensarlo. Sin familia, sin amigos, permanentemente inmerso en un entorno tan extraño como hostil. Ocho años de cautiverio, de soledad, de miedo, de incertidumbre, de vivir cada día como si fuese —y realmente puede ser— el último... Me pregunto cómo, en tan extremas circunstancias, puede evitarse que la voluntad y la lucidez de un ser humano terminen quebrándose como el más frágil de los cristales. Cómo, día tras día, noche tras noche, semana tras semana, mes tras mes, alguien puede ser capaz de salvaguardar el menor atisbo de esperanza y cordura. Cómo alguien puede ser capaz de seguir adelante cuando lo único que te rodea es el infierno más atroz: el de la incomunicación. De seguir adelante cuando tu existencia se reduce a vegetar, a subsistir, a soportar una inhumana muerte en vida, despojándote de todo aquello que te hace persona. Trato de imaginarme bajo una situación similar y, simplemente, no puedo.
Me alegro infinitamente por Lizcano y Betancourt. De veras. Pero lo auténticamente terrible es que aún quedan decenas de personas que continúan retenidas en manos de las FARC en idénticas condiciones. Viviendo ese mismo infierno. Día tras día.
Cierro el periódico. Trato de imaginarme hasta donde me es posible sus circunstancias durante todo ese tiempo de cautiverio y tiemblo sólo con pensarlo. Sin familia, sin amigos, permanentemente inmerso en un entorno tan extraño como hostil. Ocho años de cautiverio, de soledad, de miedo, de incertidumbre, de vivir cada día como si fuese —y realmente puede ser— el último... Me pregunto cómo, en tan extremas circunstancias, puede evitarse que la voluntad y la lucidez de un ser humano terminen quebrándose como el más frágil de los cristales. Cómo, día tras día, noche tras noche, semana tras semana, mes tras mes, alguien puede ser capaz de salvaguardar el menor atisbo de esperanza y cordura. Cómo alguien puede ser capaz de seguir adelante cuando lo único que te rodea es el infierno más atroz: el de la incomunicación. De seguir adelante cuando tu existencia se reduce a vegetar, a subsistir, a soportar una inhumana muerte en vida, despojándote de todo aquello que te hace persona. Trato de imaginarme bajo una situación similar y, simplemente, no puedo.
Me alegro infinitamente por Lizcano y Betancourt. De veras. Pero lo auténticamente terrible es que aún quedan decenas de personas que continúan retenidas en manos de las FARC en idénticas condiciones. Viviendo ese mismo infierno. Día tras día.
6 comentarios:
El hombre, además, tenía prohibido hablar, no fuera a ser que convenciese a esos "guerrilleros" analfabetos sacados desde niños de las aldeas y armados con un fúsil de que no estaban luchando por la "causa verdadera" y de que la "revolución" (quiero decir, "esa revolución") es una patraña a beneficio de cuatro golfos.
Yo tampoco me lo puedo imaginar porque me pongo mala si lo intento. Qué horror, pobrecillos. Espero que puedan ser liberados los que quedan y que vuelvan a la vida de la mejor manera posible.
Un abrazo.
Daffy
La violencia sólo es justificada, creo, si es en defensa propia, para salvar la propia vida. Para el resto de las cuestiones debería bastar con las palabras. Es para avergonzarse.
Un abrazo.
La cuestión, Miguel, Daffy y Ángel es que el denunciar una circunstancia como esa, provocada y promovida por una organización que se autoproclama marxista-leninista, te hace parecer ante determinados ojos como poco menos que sospechoso de ser poco izquierdista. Ya he recibido un par de emails al respecto. Pues me da igual. Si algo he aprendido con la experiencia es que la crueldad, la barbarie y las actitudes inhumanas hace tiempo que dejaron de tener colores y banderas concretas.
Abrazos a todos,
Pedro de Paz
Tengo una hermana en Colombia que se fue a estudiar allí la carrera y lleva ya 25 años. Ha dedicado buena parte de su tiempo, de su trabajo y de su vida a ayudar a gente de zonas con menos recursos. Alguna de las cosas que cuenta son tremendas, y también tiene historias preciosas.
Sigo de cerca todo lo que pasa allí y me han impresionado muchísimo las declaraciones de Betancourt después de su liberación sobre cómo soportó ese calvario.
Llamar a esto "política" o calificarlo de derechas o de izquierdas, me parece como poco una gilipollez. Pero no creo que los únicos desgraciados sean los secuestrados, no hay más que ver las caras y las historias de muchos de los "guerrilleros". Gracias a Dios parece que Uribe está acertando con su modo de hacer las cosas.
Thomas, no me cabe duda de que muchas de las tragedias interiores de esos "guerrilleros" de a pie puedan ser tan crudas, sórdidas y horrendas como las que más. Ahí apunto a lo que sugiere Miguel Baquero en su comentario: la "revolución" al servicio de cuatro sinverguenza sin escrúpulos.
Saludos,
Pedro de Paz
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