Mentiras completas y verdades a medias



domingo, 31 de enero de 2010

El futuro ya está aquí

Lo decían los Radio Futura. Y parece que se ha cumplido. Los hábitos de lectura aparentan migrar hacia una nuevos lugares más allá de la terra cognita tradicional. Y como dice el aforismo: O te aclimatas o te aclimueres. Así que he decidido sumarme con entusiasmo a la nueva tendencia y para ello he creado una nueva sección en esta web denominada E-Books (arriba, en el menú horizontal, la cuarta opción. De nada). Breve por el momento, pero espero que vaya creciendo poco a poco con el tiempo. Para empezar, están incluidas las quince primeras páginas de mis novelas publicadas en los formatos más populares (ePub, MOBI y PDF) y un regalo de inauguración: un volumen recopilatorio de relatos titulado Ocho vueltas de tuerca completamente inédito (el volumen, no los relatos. Al menos, no todos). Si disponéis de aparatejo podéis descargarlos e incorporarlos a vuestro lector. Que disfrutéis.

PS.- Si detectáis algún error en la maquetación de los ficheros le estaría muy agradecido a quien pudiese enviarme un email comentándomelo.

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viernes, 29 de enero de 2010

Enésimo palo de ciego

El gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero propone alargar en dos años la vida laboral de los trabajadores lo que para cualquier españolito de a pie supone dos años más de cotizaciones y dos años menos de prestaciones. Dos años más en los que el resto de ciudadanos tendremos para pagar los dislates políticos y económicos originados por una pandilla de descerebrados que ha mostrado sobradamente su incapacidad manifiesta para hacerse con las riendas de un problema que, de ser lo que dicen que son (políticos y estadistas), estarían obligados a gestionar con la solvencia adecuada. Sin embargo, ni para eso valen. Porque en lugar de arremeter contra la sangrante política de jubilaciones anticipadas (banca, controladores, astilleros, minería, funcionariado o Telefónica), en lugar de colegir que, en épocas de vacas flacas, «San Joderse cae en martes» y todos a aguantar su parte alícuota del problema, pues no señor: el que ya se beneficiaba de una determinada situación va a seguir beneficiándose mientras que el que, por agravio comparativo, ya le jodía tener que prolongar su situación laboral hasta los 65, ahora le clavan la puya y el descabello de jubilarse a los 67.

«La huelga general del 20 de junio es la necesaria e inevitable expresión del contundente rechazo de los trabajadores y trabajadoras de este país a las intenciones del Gobierno, inequívocamente dirigidas a la supresión de los derechos laborales y al recorte de las prestaciones[…]», (UGT, huelga general del 20 de junio de 2002)

Por menoscabos de similar grosor, calibre y gravedad contra la clase trabajadora no ha mucho que la gente se echó a la calle y le montó una huelga general al anterior ejecutivo. Me pregunto dónde están ahora los sindicatos. Como decía el genial Parmenio, un ingenioso contertulio del blog del periodista Santiago Gonzalez: «El silencio sindical es símbolo de su buena crianza. No es de buena educación hablar con la boca llena».

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jueves, 28 de enero de 2010

Indecencia

Hace siete años, un menor de edad apodado El Rafita, en compañía de otros, secuestraron a una joven de nombre Sandra Palo. La retuvieron en contra de su voluntad, la golpearon, la violaron, la atropellaron repetidas veces con un coche y terminaron por rociarla con gasolina y prenderla fuego cuando, aunque agonizante, aún se encontraba con vida. Poco puedo contar que no se sepa acerca de este lamentable caso que generó un gran revuelo mediático y un amplio debate social acerca de la Ley del Menor, su benevolencia, su idoneidad y sus consecuencias. Y que lo sigue generando.

Conozco al Rafita. No personalmente, pero conozco a esa calaña, a esa ralea. Los conozco bien. Bastante bien. Conocí al Chero, que murió arrollado al cruzar a pie la vía del tren de cercanías cuando huía de la policía. Conocí al Viñas que murió al venirse abajo el tejado de la fábrica abandonada en la que estaba robando las vigas metálicas para venderlas al chatarrero y pillar algo de pasta para ponerse. Conocí a varias personas que terminaron sus días con idéntico final interpretado a través de las más variopintas mises en escène: fallecieron de SIDA, de sobredosis, en una pelea de bar o en un ajuste de cuentas. Y que, hasta que llegó el momento, jodieron al prójimo por activa y por pasiva todo lo que les fue posible, en la mayoría de ocasiones por el mero placer de hacerlo.

Los conozco a todos ellos. Todos pertenecen a la misma zona oscura, al mismo barrio, al mismo lado de la calle.

Yo me crié en ese lado de la calle.

Y sé de lo que hablo: muchas de esas alimañas no merecen ni el aire que respiran

Sin embargo, Telecinco le ha pagado al Rafita mil quinientos euros de vellón por ser entrevistado interpretando una dolorosa pantomima vestida de aparente honestidad. Dolorosa, sobre todo, para María del Mar, la madre de Sandra Palo. Porque la entrevista mantiene un tono tan benigno como perverso al presentar al asesino como una víctima más: alguien arrepentido que merece la oportunidad de ser reinsertado. Cuando su último delito —el cuarto tras abandonar el centro de menores en el que estaba confinado— lo cometió hace poco más de quince días. Cuando el destino de esta clase de gentuza debería pasar por ser encerrados y perder la llave.

Supongo que estas palabras quizá levanten ampollas entre las almas redentoras, esos personajes que abogan por la recuperabilidad y la naturaleza honesta del ser humano. Que abogan por la dificultad de crecer en un hogar desestructurado y por lo complicado de salir del círculo vicioso que delimita un entorno social de marcado carácter delictivo. Gente de aparente nobleza y probable buena voluntad que jamás se ha asomado al abismo peligroso que cuelga de la mirada de un tío que se dirige a ti con la mayor chulería del mundo, una navaja en la mano y la certera seguridad de que, ante la menor duda, el pincho acabará en tu estómago. Argüirán que todo el mundo merece rehabilitarse, que merece la oportunidad de enmendar un error. Lo cual no deja de ser cierto. El problema es que hay cierta clase de basura que jamás se plantea ni se planteará que haya cometido un error. Una amplia mayoría son del todo irrecuperables. Me consta fehacientemente. Porque. a pesar de lo expuesto, esta gentuza no son dementes. Conservan la lucidez y el criterio necesario para determinar lo que está bien y lo que está mal. Pero para ellos la ofensa cometida no supone un acto execrable, cruel y malvado o un error de apreciación. Es tan sólo una fatalidad que asumen con el estoicismo del que culpa al destino, a los hados o a la sociedad de sus problemas. Soy rebelde porque el mundo me hizo así.

Pero lo que resulta auténticamente deshonesto es que haya gente que haga negocio, que se lucre, que pelee por un share o que disfrute dando cancha mediática a esta caterva de malnacidos. Si la actitud de unos resulta despreciable, la de los otros debería ser incluso punible.

Todo esto resulta de una indecencia tan obscena que produce escalofríos. De furia.

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sábado, 23 de enero de 2010

Las abuelas del Corte Inglés

Suelo asistir con cierta asiduidad a los diversos actos literarios que se programan en la sala de Ámbito Cultural ubicada en la séptima planta del Corte Inglés de Serrano, 52. El último de ellos, la presentación de los dos volúmenes de relatos de Carlos Salem, Yo también puedo escribir una jodida historia de amor y Yo lloré con Terminador 2. Al principio, su presencia me causaba cierta sorpresa. Mujeres que frisan los sesenta cuando no los han sobrepasado holgadamente, que acuden al lugar con puntualidad británica, arregladas, peinadas de peluquería, muy peripuestas y adornadas con sus mejores galas, en ocasiones acompañadas por caballeros de porte distinguido que se intuye son sus maridos. O sus parejas. No quiero decir que ese perfil deba tener vedado el acceso a la cultura, faltaría más. No es eso. Lo que me causaba extrañeza era su aparente anacronismo —es un auténtico show verlas allí junto a poetas melenudos, tipos de mirada esquiva amantes de la novela negra, escritores y otra gente de mal vivir— y, sobre todo, su perenne presencia fuese cual fuese la finalidad del acto. Una conferencia sobre literatura semiótica, una presentación de un libro de poesía, el lanzamiento de una novela de género hard boiled o una charla sobre novela histórica. Poco a poco, uno se acostumbra a su presencia. Y terminas por entenderla. O te la explican. Y descubres —o te descubren— que hasta tienen un nombre: canaperas. Son mujeres ahítas de tiempo libre que, de la misma forma que acudirían al bingo o a misa de siete, por puro entretenimiento, acuden a todo acto literario del que tienen conocimiento para pasar el rato y, ya que están allí, merendar a base de los canapés y las bebidas con las suelen agasajarte una vez terminado el evento. Con el tiempo terminas hasta por reconocer los mismos rostros. Y os juro que para los habituales de este tipo de actos, su presencia acaba siendo hasta entrañable. Ojo, que incluso hasta para esto hay clases. Las de presencia grata son las canaperas modosas y discretas comme il faut que demuestran su saber estar e incluso animan el cotarro con su presencia. Hacen un bulto elegante, vamos. Hay otro tipo de canapera kamikaze, auténticamente despreciable, que no paran de hablar de sus cosas —de sus nietos, de las pécoras de sus nueras o de su última operación de vesícula— durante el acto y que no duda en abrirse paso a codazos en cuanto aparece el camarero con las bandejas de canapés y arrasar con todo lo que pilla. Sólo les falta llevar un Tupper en el bolso. Cuestión que no dudo hayan hecho alguna vez.

Pero el día que falten hasta las echaré de menos. De veras.

¿El acto propiamente dicho? Muy bien. Tuve ocasión de reencontrarme con buenos y viejos amigos a los que no veía desde hacía algún tiempo: el propio Carlos Salem, Javier Puebla, David Torres, Fernando Marías, Daniel Martínez, editor de Salto de Página, Silvia Pérez Trejo, Javier Gutierrez… Ofició como presentador Jorge Benavides. Carlos estuvo bastante comedido para lo que es él y el acto, muy ameno, concluyó con la lectura de tres de los relatos que componen las antologías. Excelentes relatos. Cómo escribe el cabrón de Salem. Qué envidia. Con decir que, tras la lectura y durante la rueda de preguntas final, se arrancaron mostrando un auténtico interés hasta las canaperas, que normalmente permanecen con la boca cerrada —hasta la salida de los canapés, obviously—. Una vez terminado el evento acabamos todos donde corresponde a individuos de tal calaña: en la barra de un bar bebiendo cervezas.



No quiero terminar esta entrada sin recomendar encarecidamente un libro de reciente aparición. Su título es La pluma de Monteverdi y se trata de la opera prima de una excelente autora llamada Irene Mora que os aseguro dará mucho que hablar. Una novela de ambientación histórica que gira en torno al misterio inherente en el extraño legado que recibe una joven llamada Helena: un cofrecillo que contiene una exquisita pluma de escribanía que dicen perteneció al compositor Claudio Monteverdi. Al cofrecillo lo acompaña el peculiar diario de Ariadna, una sevillana que en 1598 viajó hasta Italia para conocer al músico. Y hasta ahí os puedo contar. El resto deberéis leerlo. Y os recomiendo que lo hagáis.

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jueves, 21 de enero de 2010

Iniquidad

Yo era de los que solía enunciar con cierta frecuencia que el ser humano nunca dejaba de sorprenderme. Ya no. Ya suelo decirlo más bien pocas. Hace tiempo que dejó de sorprenderme para pasar a asquearme directamente. Apenas ha transcurrido una semana de la que ha sido y es, sin duda alguna, la catástrofe natural más terrible de los últimos 100 años y en el lugar del desastre los muertos aún se pudren a miles en las calles cuando ya ha comenzado a aflorar una de esas facetas tan hija de puta, tan pérfida, tan aciaga, tan propia del ser humano. Gracias a Dios no de todo el género, pero sí de muchos de sus elementos más despreciables.

La codicia.

No me estoy refiriendo al tema de los saqueos, una actividad que, aunque deplorable, resulta plenamente comprensible en un contexto de extrema necesidad como el que discurre en Haití. En estos días se ha tratado de vivir o morir, literalmente, y contra eso no hay argumentos. Hablo de aquél que se lucra con la desgracia ajena, que cuanto más extrema resulta, más beneficios le reporta y al que la magnitud y la trascendencia de la misma —no olvidemos que no es sólo que Haiti haya sufrido una catástrofe natural. Es que ha desaparecido del mapa como nación, como entidad y casi como identidad— se la trae completamente al pairo. Ya comienzan a llegar las primeras noticias, los primeros ecos, de cómo las mafias revenden productos de primera necesidad a precios desorbitados, cobran por gestionar alguna conducción de agua rota de la que se han apropiado y sobre la que han montado vigilancia armada y trafican y abusan sexualmente con menores huérfanos. Y lo que nos quedará aún por leer.

Cada día me asquea más el ser humano, pero, sinceramente: no sé de qué coño me sorprendo.

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lunes, 18 de enero de 2010

La insoportable levedad del ser. Y del estar


Nuestro ínclito timonel de Occidente, señor de la Tierra y el Viento, avezado experto en el complicado arte de hablar sin decir nada, ha concedido recientemente una entrevista a El País. El escalofriante documento fue publicado ayer, domingo. En él pueden hallarse perlas como estas:

  • «...Para el que pierda el empleo hoy, lo peor llega hoy...».
    (Ya. Y para el que lo perdió hace seis meses, lo peor le llegó hace seis meses. ¿Y?)


  • «...P. ¿Puede precisar qué quiere usted decir cuando habla de la solidaridad de la zona euro?
    R. Solidaridad.
    (...)
    P. ¿Normalización es poner fin a los crucifijos en las aulas de la escuela pública?
    R. Normalización.
    ...».
    (La elocuencia personificada.)


  • «...Ahora estamos en la plena intensidad de la vivencia de la crisis...»
    (NOTA: declaraciones del mismo individuo hace menos de diez días: «...España está a punto de salir de la crisis, si no lo ha hecho ya...» (Rueda de prensa, 08/01/2010, segundo 37)

Lo dejo aquí en aras de mi propia salud mental.

En serio, ¿alguien es capaz de leer tal sarta de vacuidades, obviedades, tonterías y misdirections —lamento el término foráneo, pero es el más preciso que conozco para describirlo—, de contemplar tal capacidad para decir una cosa y su contraria casi en el mismo párrafo sin demostrar una enorme perplejidad y/o sufrir un profundo y desasosegante ataque de vergüenza ajena?

Lo siento. Yo me confieso incapaz.

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viernes, 15 de enero de 2010

Chiste. O no.

Hay un viejo chiste que últimamente recuerdo con bastante frecuencia. Venía a ser, más o menos, algo así.

—Oye Juani, mira, te lo tengo que decir: tu marido se está tirando a medio barrio...
— ¡Ay Dios mío, qué vergüenza! ¡Con lo mal que folla! ¡Ahora va a enterarse todo el mundo!


Ese chiste no deja de venirme a la memoria cada vez reflexiono sobre la presencia de José Luis Rodriguez Zapatero en la Presidencia Europea. Antes, parafraseando a Roosevelt, sólo era «nuestro inútil». Ahora se está enterando todo el mundo. No hay más que leer los editoriales de la prensa internacional (Wall Street Journal, Financial Times, Frankfurter Allgemeine Zeitung, The Economist, Eurobserver).

Y sólo llevamos 15 días.

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jueves, 14 de enero de 2010

Naturaleza selectiva


La tragedia ha llegado como suele: inesperada, implacable e impredecible. No puedo evitar pensar que la naturaleza, salvaje a veces, indolente otras, ingobernable siempre, posee extraños y oscuros criterios a la hora de sembrar la desolación que acostumbra cuando decide desperezarse. Que posee un oculto y desconocido mecanismo de selección que le conduce a golpear siempre donde sabe que hará más daño. Donde la miseria suele ser ya de por sí un insalvable handicap para la vida diaria. Como ha ocurrido en Haiti. Para detener el golpe de sus zarpazos poco podemos hacer. Somos minúsculos David ante un imponente Goliath que siempre nos superará en fuerza y presencia. Es a la hora de lamernos las heridas infligidas cuando tenemos la oportunidad de poner de nuestra parte. Hoy es otro el damnificado. Pero nunca olvides que mañana puedes ser tú. La naturaleza nunca hará distingos en ese sentido. Ahora es el momento de aportar algo. Antes de que sea más tarde. Echemos una mano. No hablamos de limosna. Hablamos de solidaridad.

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martes, 12 de enero de 2010

Quid pro quo

¿Tú leerías una novela que comenzase así?

«No. No es cierto. Ni los retazos de una vida pasada ni el mundo que te rodea discurre a toda velocidad ante tus ojos cuando intuyes que estás a punto de morir. Al contrario. El tiempo parece detenerse, paralizarse, desvanecerse. Tu entorno pasa a convertirse en un lugar sordo, vacío, ajeno, en el que sólo puede percibirse la propia existencia y la circunstancia que te ha empujado ante ese fatal lance. Aquel hombre le estaba apuntando con un arma a la cara, pero, curiosamente, en el rostro de Justo Carretero se desdibujaba una mueca contraída que tenía más de estupor que de miedo. No terminaba de creer. No terminaba de comprender cómo la situación, amistosa y cordial, se había trocado en dramática en tan sólo unos segundos. Momentos antes consultaba unos documentos sobre la mesa de su despacho y ahora, tras alzar la vista, se encontraba frente al cañón de una pistola y, tras él, el rostro de alguien decidido a matar. No. No lo comprendía.»

Yo la estoy escribiendo.

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domingo, 10 de enero de 2010

Amanece

Desde la ventana de mi estudio veo amanecer. He visto amanecer muchas veces, pero muy pocas me he detenido a contemplarlo. Las líneas de sombra van tornando desde la negrura más intensa hacia un gris sucio, desvaído. Lejos, en la distancia, el horizonte va perfilandose a impulsos breves, minúsculos, al tiempo que el cielo adquiere una suave tonalidad irisada de vetas color salmón. Es domingo. La ciudad aún duerme y las calles aparecen completamente vacías, sin vida, como azotadas por un cataclismo tan desconocido como inquietante. Silencio. Un silencio espeso, tan mudo como sordo, azota los rincones. Y frío. Un frío inmisericorde que cala los huesos y el alma. Imagino el fin del mundo y puedo encajar en esas reminiscencias parte de lo que veo. Poco a poco, el albor va venciendo a las tinieblas que hasta hace unos momentos aprisionaban los lugares hasta donde alcanzaba la vista. Todo comienza a funcionar de nuevo como un reloj perfectamente ajustado. Una luz se enciende en alguna ventana. La gente se pone en marcha. Todo parece retornar a la normalidad, a la falsa paz de lo cotidiano. Todo despierta. Un día más. Aunque a veces no pueda evitar preguntarme que para qué.

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martes, 5 de enero de 2010

Tecnología audiovisual

«Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad», que decía Don Hilarión hace muchos años ya. En los últimos años, los adelantos técnicos en materia audiovisual se han impuesto a un ritmo vertiginoso permitiendo obtener resultados realmente espectaculares con poco trabajo (aparente). A día de hoy, con una foto y poco más de tres minutos (¡TRES MINUTOS!), se pueden lograr obras tan logradas como ésta.

O ésta:


Técnicamente desconozco cómo lo hacen, pero la magia de la postproducción cada día está más próxima a cualquiera. Y los resultados cada día más asombrosos. El límite parece que vuelve a estar en la imaginación. Donde lo ha estado siempre.

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lunes, 4 de enero de 2010

Que Dios nos coja confesados

El pasado 1 de enero, José Luis Rodríguez Zapatero accedió a la Presidencia Europea.

En el año 93, la letra de una canción del grupo Celtas Cortos enarbolaba como algo sumamente catastrófico que «...Si en España el aumento del paro / ya va por el tercer millón...». En la actualidad la cifra de parados supera ampliamente los cuatro millones, al margen de todos aquellos que, manteniendo su empleo —por el momento—, pasan por una situación realmente crítica. Que son muchos. La del 93 fue una legislatura tan caótica en tantos ámbitos y aspectos que obligó a que, a finales del 95, se convocasen elecciones anticipadas para el 96 (algo que muchos parecen no recordar). Las dos mayores crisis económicas que ha sufrido este país en los últimos 20 años (92-93 y la que adolecemos desde el 2008) han sucedido ambas bajo mandato socialista. Podríamos dejarlo en pura casualidad si no fuese porque la recuperación económica más sólida que ha sufrido nuestra más reciente historia ocurrió a partir del año 96, momento en el cual el equipo socialista fue instado, mediante las urnas, a abandonar el gobierno. Aún así, algunos ilusos prefieren atribuir dicha recuperación a la coyuntura que, de forma global, provocó una bonanza económica en todos los mercados a nivel mundial... Vale, digamos que de acuerdo, pero...

¿Ahora va a resultar que alguien que representa a un partido político con antecedentes tan sospechosos —bien sean casuales o causales—, alguien con un equipo de gobierno con miembros capaces de postular con ademán impasible que «el dinero público no es de nadie», alguien tan acostumbrado a meter mano en la caja y dilapidar el Erario como si éste no tuviese fin —Planes E de dudosa efectividad; subvenciones de todo tipo y pelaje (a nacimientos, a inmigrantes, a parados, a jóvenes); repartos a diestra y siniestra, sin ton ni son ni previsión, como el famoso de los 400 Euros del IRPF (que hubiese sido preferible que se quedasen en las arcas públicas, pero que, al fin y al cabo, carece de importancia puesto que se terminarán recuperando a base de subir los impuestos, no lo duden. Do ut Des)— con evidentes fines partidistas y/o populistas, no sólo dice que nos va a sacar de la miseria en la que nos encontramos inmersos sino que además, en un plazo de seis meses, los que durará su legislatura como presidente europeo, va a convertirnos en el pasmo de Europa?

Que Dios nos coja confesados

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sábado, 2 de enero de 2010

Orgullo

Marina me contó hace unos días que le gustaba inventarse historias. Que las cosas que veía, de repente, le sugerían ideas nuevas y que no podía evitar darles vueltas en la cabeza hasta encuadrarlas en una o varias ficciones. Y que le gustaría escribirlas. Mantuvimos una conversación en la que, con esa curiosidad tan propia de los niños, tan directa, tan ausente de dobleces, cortesías o medias tintas, me preguntó si, cuando yo era pequeño, ya sabía si quería ser escritor. Yo le expliqué lo mejor que supe —hablar con niños nunca ha sido mi fuerte— cómo surgió en mí la inquietud por escribir y le aconsejé en la medida de mis posibilidades cómo y en qué debía centrar sus esfuerzos para que las historias que quería escribir fuesen mejores.

Hoy me ha contado un argumento de su invención para un cuento.

Entendámonos. Obviamente, no es Proust. Aún. Con once años no se dispone de los recursos, el bagaje ni, sobre todo, las lecturas necesarias para manejarse con solvencia y oficio a la hora de encarar una historia, ni siquiera como diletante. Pero hay un poso, una chispa que deja intuir ciertas maneras. Posee una capacidad de inventiva fuera de lo común para su edad y trata de suplir sus carencias con mucha, mucha voluntad.

Parece que está verdaderamente entusiasmada con la cuestión. Admitiendo lo que puede de tener de fiable el entusiasmo de una niña de once años. Veremos adónde llega. Yo desconozco si, como referente, habré tenido algo que ver con esa decisión suya. Sea así o no, no puedo sentir otra cosa más que orgullo.


Feliz 2010 a todos.

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